jueves, 7 de abril de 2011

UN HOMENAJE A LA FESTIVA CIUDAD LACUSTRE

Una palabra, frase o abreviatura, que puede llevar al éxito o a la indiferencia
Escribe: LIC. Marcos m. Vilca Jiménez * | Nacional - 03 abr 2011
La Literatura es una forma de vivir diferente, una mágica experiencia que cuando nos alcanza nunca nos libera, solo el tiempo transcurrido nos despierta de esta obnubilación y cuando esto sucede deseamos no haber despertado; pues es allí donde fuimos felices viviendo nuestros placeres, alegrías, angustias, tristeza, dudas y reflexiones, creando mundos donde la ficción supera a la realidad o la realidad a la ficción y ambos se confunden.

Feliciano Padilla, nos parece un personaje literario por la forma como ha adoptado la literatura: renunciando a todo, dedicación que reconocemos no solo sus lectores sino los miles de alumnosy maestros que han gozado de sus clases, conferencias y fundamentalmente sus tertulias y conversaciones. La vigencia de Feliciano sigue latente y acaba de publicar un conjunto de cuentos “La Bahía” en circunstancias que él mismo nos comenta en la siguiente entrevista.

PUNO Y LA LITERATURA
¿Qué estímulos lo condujeron a reunir estos cuentos?
Sucede que padezco de una insuficiencia renal terminal desde el 2008, a  raíz de una hipertensión de décadas. Por ahora, los médicos y la dieta me permiten controlarla y sigo en pie. Pero, en octubre del 2010 debía someterme a una cirugía con anestesia total que se convirtió en un riesgo por la insuficiencia renal. Pensé que quizá no resistiría la operación quirúrgica.  Entonces, quise despedirme de Puno, juntando en un libro  cuentos éditos y algunos inéditos que tenían como escenario la bahía de Puno, es decir, solo la ciudad. El epígrafe que inserto usando un poema de Lolo Palza y la despedida que escribo puede decirnos sobre los sentimientos que albergaron mi alma en aquellos días previos a la intervención. Dejé pagada la edición para que José Luis Velásquez recogiera los libros de la editorial si me pasaba algo. No me morí ni José Luis tuvo necesidad de retirar los libros. “La Bahía” constituye una forma de retribuir de corazón todo lo que me dio esta ciudad.

ALLÍ DENOTA PREOCUPACIÓN
POR LA ESCRITURA
En efecto, hay en algunos textos una actitud metalingüística donde el escritor expresa sus preocupaciones acerca de la escritura; quiero decir, se hace patente el uso del lenguaje para hablar del lenguaje o de lo que se puede hacer con el lenguaje. Esta preocupación busca un pretexto para insertar como parte de la obra los episodios que protagonizaron los personajes más vitales de novelas importantes de la literatura universal. Quizá en alguno de ellos, sin quererlo voy mostrando más identificación con personajes de ciertos autores más que con otros, como me sucede con los personajes de Gustavo Flaubert en mis cuentos “Réquiem por Amadeus” y “El Viejo Miguel”. Por otra parte, en muchos de mis otros cuentos, se registran discursos de personajes que hablan sobre teorías de la escritura. Desde una perspectiva psicolingüística y lacaniana, quizá se descubran mis propias frustraciones, mis sufrimientos y los enormes esfuerzos que hago para escribir un cuento o una novela. Tal vez descubran los analistas una discusión cuasi paranoica entre mi persona como Feliciano y mi propia conciencia. No sé, francamente, pero, así están escritos  muchos textos míos.

LITERATURA Y SOCIEDAD
¿Es incomprendida la labor que ejerce el escritor?
Los gobiernos y la misma sociedad peruana, como consecuencia de las políticas culturales que implementan desde Palacio. Convierten al escritor en un personaje marginal y, a veces, hasta peligroso para la estabilidad del orden establecido, porque el escritor, el amante y lector de la literatura recusa la situación de injusticia que se comete contra la población. Eso lo hace marginal, incomprendido. Y si a ello le añadimos que los peruanos no leemos o leemos poco, la realidad del escritor empeora. Yo no advierto que haya discriminación de los escritores del centro hacia la periferia. La edición de muchos escritores limeños no pasa de mil ejemplares, igual como sucede en provincias donde también editamos mil o dos mil por cada obra. La respuesta de la sociedad es casi la misma en el centro y en la periferia. Los que nos discriminan son los capitales transnacionales que tienen un mercado, un canon literario establecido diferente al canon académico de las universidades, y que invierten más en el marketing que en la edición de los mismos libros.

LEYENDO UNA OBRA UNO PUEDE REALMENTE
MORIR SABIENDO QUE HA VIVIDO
Depende de la profundidad de la obra o de las obras que haya leído. Y depende,   también, de qué persona se trate. Lo que puede significar una obra para ti quizá no tenga la misma connotación para otro. Cuando terminé de leer “Cien años de soledad” en la década del 80 agradecí al destino, a Dios, el haberme hecho vivir hasta ese momento y haberme dado la oportunidad de leer aquel libro extraordinario. Me pasó igual varias veces con muchas obras. Me dije, gracias a Dios, ahora puedo morir tranquilo; pero, quizá no suceda lo mismo con otras personas dedicadas a otros quehaceres.

¿Cuál considera la verdadera función de la literatura?
La literatura, sin proponérselo el escritor, muestra la palpitación de su tiempo, los elementos de su cultura, el imaginario construido socialmente, las ideologías que se contradicen en un escenario real porque el lenguaje, cualquiera fuera el nivel de uso, no deja de demostrar las relaciones de poder. De modo complementario, la literatura tiene la función de entretener, de provocar una fruición espiritual que es como se logra el goce estético.