viernes, 23 de marzo de 2012

ENTREVISTA A FELICIANO PADILLA

Por: Patricia Mabel Salamanca H.

1.    ¿Feliciano Padilla nació o se hizo escritor?
El escritor es producto de un largo proceso sobre la base de una afición infantil que puede deberse a alguna influencia familiar o amical. Mi oficio de escritor nació en mi niñez escuchando a mi abuela Alfonsa Miranda que era una gran narradora de cuentos orales en quechua. Más tarde, desde cuando tenía unos seis años,  mi padre me hacía recitar poesía en cualquier acontecimiento oficial o familiar, lo cual me obligaba a aprenderme poemas de memoria. En el colegio, mi primer contacto  poético fue con literatura española. Fue entonces que empecé a escribir poemas imitando a los representantes del Siglo de Oro Español. Al principio, hacía poesía y cuentos. En la universidad, mi maestro de literatura el poeta Luis Nieto Miranda, más conocido como el Cholo Nieto, me orientó hacia la narrativa que decía que estaba mejor que mi poesía. Apareció, en ese entonces Mario Vargas Llosa que nos deslumbró a todos los jóvenes de entonces. Empecé a prepararme leyendo su prosa y la narrativa de la literatura norteamericana, francesa, italiana, irlandesa y alemana. Luego de esta época de preparación empecé a escribir cuentos desde la década del 70.   
2.    ¿Cuándo descubrió que tenía talento para escribir literatura?
Empecé a creer que podía escribir narrativa cuando me di cuenta que tenía facilidad para deformar o exagerar cualquier incidente amical o familiar. Mis amigos reían o me escuchaban con más atención que a otras personas. Entonces, me dije: Los escribiré para que estén mejor presentados. ¿Cuándo pasó? La forma oral, seguramente, cuando empezaba a estudiar la secundaria. Pero, la escritura es de una data posterior; de mi época de estudiante universitario cuando dejo de hacer poesía y me dedico a escribir mis primeros relatos.
  
3.    ¿Cuándo inicia su camino en el campo de las letras?
Empecé a escribir en los últimos años de mis estudios universitarios, aunque todavía de manera anónima, muy secreta, debido a que soy reservado, bastante tímido. ¿Cómo decirles a los amigos o compañeros que estaba escribiendo? No podía. Tenía que estar seguro de que eran más o menos pasables. Y esto sucedió cuando ya ejercía mi labor de profesor de literatura. Jorge Flórez-Áybar fue la primera persona a quien le mostré un conjunto de cuentos. Cuando se los entregué lo hice temblando, temiendo de que me iba mandar al demonio por inútil. Esto fue empezando 1980. Después de unos quince días, me llené de valor y me cité nuevamente con Jorge para que me diga su opinión respecto de los cuentos que le había entregado.  Sus comentarios fueron favorables y me felicitó sinceramente. Es más, me sugirió que pudiera publicarlos. Jorge Flórez-Áybar era, para entonces, un escritor prestigioso, muy conocido en Puno, y director eventual del periódico Los Andes. Entonces su palabra tenía mucho valor para mí. Es así que organizo con esos cuentos y otros nuevos mi primer libro “La Estepa Calcinada”  publicado a mimeógrafo en 1984.
  
4. ¿Por qué escribe y para quién escribe?
Escribo por la necesidad de mostrar a los lectores el mundo andino: rural y citadino, y contribuir a que el prestigio literario de Puno se mantenga o crezca mucho más. Escribo para el Perú letrado, para mis amigos.

5.Para usted  ¿escribir es una profesión, un oficio, una afición, una necesidad o un entretenimiento?
Es una necesidad: La necesidad de decirle al mundo qué somos, quiénes somos; sin embargo, de tanto darle al cántaro, es probable que se haya convertido en un oficio. No una profesión porque trabajo para mantener este oficio. En el Perú hay poquísimos escritores que viven de la literatura. Yo, me veo en la necesidad de trabajar para hacer literatura.

6. En sus textos ¿existe algún personaje que se parezca a usted?
  Eso tendría que verlo algún crítico.

7¿Cuáles fueron y son sus libros de cabecera?
Leo la Biblia, a Herman Hesse, Tolstoi y William Faulkner, de modo permanente.

8. ¿Qué escritores, artistas o intelectuales han definido su trayectoria literaria? ¿A quiénes considera sus maestros y por qué?
José María Arguedas, Mario Benedetti y Mario Vargas Llosa son los intelectuales que han  definido mi vida literaria. Por tanto, considero que pueden ser considerados mis maestros. Arguedas por haber expresado en sus obras el alma  del Perú profundo; Bendetti, por haber tratado con tanta maestría la interioridad y  contradicciones del ser humano y; Vargas Llosa, por ser un gran maestro en el uso de los recursos narrativos y por haber ganado el Premio Nobel 2010.   

 9. ¿Hay algún material histórico, episodio o persona de la vida real que nutre la narrativa y cuentística de Feliciano Padilla?
Hay muchos cuentos, aparte de mi novela “Aquí están los Montesinos” que se nutren de materiales históricos. Esta situación me ha llevado a revisar y fichar datos, escenarios, tiempos y ambientes de hechos y personajes reales. Un ejemplo es la historia de Alancho y Aulico Montesinos. Otro cuento mío está basado en los episodios de Gabriel Aguilar que fue ejecutado por el delito de soñar con la libertad. Este cuento fue finalista de un concurso nacional de cuentos organizado por El Comercio de Lima. 

10.  ¿En alguna ocasión ha recibido un premio que reconoce no habérselo merecido? Y a la inversa ¿Qué premios merecía que le fueron denegados o haya sido relegado a una segunda posición?
En los concursos del Premio Copé de Cuento se presentan más de 2,000 textos. De ellos se selecciona a 18. Cualquiera de los 18 puede ser ganador del Premio Copé de Cuento. ¿Por qué gana un cuento y no otro? ¿Porque es conocido? ¿Por qué es hijo de zutano? Es algo que no podemos saber. Entonces yo me siento contento de haber sido seleccionado, Ahora bien, el Premio Copé de Cuento es diferente al Premio Copé de Poesía. En cuento hay un ganador del premio Copé de Oro; otro del Premio Copé de Plata y; finalmente, otro, del  Premio Copé de Bronce; los quince restantes son Premios Copés o menciones honrosas.   

11. ¿Cuál es la experiencia más afortunada con la escritura y cuál es la más desafortunada?
Estas consideraciones tienen que darlas los críticos. Para mí es difícil saber cuál de mis hijos está mal estructurado.

12.  ¿Cuál es su principal aspiración como escritor?
No puedo mentir en este punto. Yo quiero trascender más allá de Puno y más allá de mi tiempo.

13.  ¿En qué proyecto nuevo está trabajando ahora o qué tiene en mente?
Estoy trabajando tres cosas. No podría saber cuál resultará primero. Sigo trabajando mi novela focalizada en Puno. Estoy haciendo un libro de cuentos y también ocupado en un ensayo titulado “La poesía puneña”, cuyo primer tomo quizá salga muy pronto. El segundo tomo se titula “La narrativa puneña”. Estos dos libros tienen como base los datos corregidos y aumentados de mi “Antología de la Literatura Puneña”; a ellos se añaden los artículos que he ido publicando últimamente acerca de las distintas obras  puneñas y algunas entradas nuevas sobre autores puneños.

14.  ¿Cómo concibe a la literatura actual? ¿Cuál es la función de este arte: formar, entretener,  crear un mundo propio, detener el tiempo...?
La función de la literatura es captar tu espacio-tiempo y lanzarlo por el mundo para que sea capaz de interactuar con tus lectores, ahora  o en el futuro. El primer compromiso de la literatura es con la palabra bien utilizada. Que la literatura pueda ayudar a educar, a formar ideológicamente, no está en la cabeza de quien hace literatura. Lo que desea el escritor es hacer arte para provocar un placer estético, una fruición espiritual. Otros aspectos son seguramente elementos intrínsecos que el lector puede inferir, pero no el creador.




martes, 13 de marzo de 2012

“LA ESTEPA CALCINADA” Y LA NOSTALGIA POR EL PRIMER HIJO

Autor: Feliciano Padilla

El recuerdo del primer hijo, la nostalgia por el primogénito es inevitable cuando te abate la tarde con todo su cansancio a cuestas. Te pesan dentro del alma su jadeo y su fatídica agonía. Caminas por el malecón, te cruzas con adustos guardacostas y miras las olas del lago que te devuelven afligidas las huellas de tu tristeza. A todos nos pasa igual y, mucho más, cuando has recorrido un larguísimo camino y marchas inexorable contra el tiempo. Se te agolpan los recuerdos en una cadena de imágenes fugaces, y no tienes más remedio que detener el curso de las horas y evocar los años buenos y malos vividos junto a los amigos y familiares. Luego, de súbito, se te viene a la memoria el perfil de tu primer hijo. Esto es lo que me pasa cuando me asalta el recuerdo de “La estepa calcinada”.

En  “La estepa calcinada” están los primeros cuentos que escribí en la década del setenta y que luego fueron agrupados y publicados en 1984. Ha pasado el tiempo y mi hijo cumplió 28 años. Como primogénito mereció de mí todo el cariño y el calor de que es capaz un verdadero padre. Premunido de las alas y la fuerza que le di se ha puesto a andar por el mundo y conquistar corazones. Aquellos cuentos tienen esa manía de quedarse por largas temporadas en el corazón de las personas.  Es que fueron creados con el corazón más que con el cerebro. Por eso, conservan su frescura e ingenuidad, y tienen el sabor inconfundible de Puno y el aroma de la totora.
Al recordarlo en las vísperas de mi viaje a Lima donde debo dar dura batalla contra un siniestro malestar, se me antoja hablar de ellos; de cómo nacieron y crecieron con el paso de los años. En la universidad se me conoce, también, como narrador de cuentos, aunque no escribí muchos, sino lo necesario y justo. No soy de los que crean y publican cuentos cada mes, ni cada año. Me demoro en concebirlos y presentarlos a la sociedad para que sus personajes puedan interactuar con otros de carne y hueso que se pasean por las calles y ciudades, o con algunos jóvenes que se forman en las aulas universitarias, ávidos  de acumular experiencias. Por tal razón, los participantes de los talleres de literatura me suelen preguntar ¿cómo escribe sus cuentos? No soy un dechado de perfección y quizá lo que diga no tenga mucha importancia. Sin embargo, mi abuelo decía: “Un consejo aunque sea de un conejo”. Tal vez lo que exponga no tenga valor para los expertos, pero,  puede concitar y orientar a los noveles.  Con esa esperanza me apresto a decirles que el cuento es fruto de todo un proceso creativo. Tiene varios momentos. El primero es el de la concepción; le siguen los momentos de incubación, maduración, nacimiento y depuración.

El cuento se concibe en cualquier momento inesperado; no exactamente cuando uno está inspirado. Puede ser en el café, la calle, una fiesta, la universidad, un salón de clases, el billar; es decir, allí donde está la gente. Un narrador, por eso, tiene que ir a la calle, al mercado, al café; salir de su enclaustramiento y ser un gran observador. Para un narrador es más provechoso tener una experiencia directa que indirecta. Es decir, tener contacto real con los hechos y los escenarios. Si hay necesidad de visitar los infiernos, hay que ir a los infiernos, sin inmutarse. En cambio, si se trabaja con experiencias indirectas, hay que ir a las bibliotecas físicas y virtuales a registrar datos con mucha meticulosidad. Es que hay relatos históricos u otros que involucran ambientes lejanos, remotos; por lo que debe procederse a fichar. En aquellos y estos escenarios nace la idea de la historia que debes anotar en algún cuadernillo de apuntes y, si no hubiese, aunque sea en un pedazo de papel higiénico. La condición es que la historia sea extraordinaria, fuera de lo común. Si es natural que las hojas caigan de los árboles sobre el césped; en el cuento debe suceder a la inversa para que tenga el derecho de ser contada. Se trata de una toma de decisión crucial porque aquí radica la esencia del cuento cualquiera sea su carácter y naturaleza.

El cuento, en todos los casos, siempre procede de la realidad. Los relatos vinculados a la imaginación y fantasía, también se gestan en la realidad, porque nadie puede imaginar lo que no existe. Supongamos que hemos creado la imagen de un  monstruo con cuerpo de tortuga para que no le entren las balas fácilmente y, además, le hemos puesto brazos de boa, pies de chimpancé, garras de tigre, dientes de cocodrilo y cuernos de rinoceronte; ¿qué es lo que ha pasado? Está claro que lo que está haciendo el cerebro es componer (juntar) elementos que tienen existencia real en el mundo. Ese procesamiento lo liga con la realidad y confirma lo que sostuvimos en la primera oración  de este párrafo.    

Aquella idea, con el correr de los meses, va tomando forma en el cerebro, expandiéndose y configurándose en una estructura. La narración sea novela o cuento es problema de estructuras. Luego, será necesario memorizar el relato y contar a los amigos. En ese estado de cosas va madurando con las conversaciones y con las adiciones que tú mismo vas incrementando a la historia primigenia, para darle un tono festivo, nostálgico, épico, romántico, a fin de que el lenguaje se adecue a ese tono. Después viene la primera escritura del cuento, el trabajo de los personajes y del lenguaje. La palabra, que es la materia prima con que se construye el relato, debe ser relativamente perfecta, concisa, expresiva. No debe faltar ni sobrar una palabra. El narrador de cuentos tiene que trabajar con la pericia de un relojero suizo. El cuento está emparentado con la poesía porque ambos pueden hacer creaturas verbales de eterna existencia, gracias a la  brevedad y síntesis.

La escritura del cuento plantea dos problemas: cómo comenzar y cómo terminar. En general, hay que comenzar presentando al personaje de manera contundente a fin de que sea capaz de atrapar al lector desde el primer momento. Los grandes narradores de la literatura universal han  procedido de esta manera; por eso viven con nosotros año tras año, siglo tras siglo. Se debe aprender de ellos, sin perjuicio de usar otras formas, otras entradas. Recuerde que “Metamorfosis” de Franz Kafka comienza así: “Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto”. “La guerra del fin del mundo”, una de las mejores novelas de Mario Vargas Llosa, empieza, también, presentando al personaje, aunque sin decirnos su nombre, con seguridad, para suscitarnos interés por descubrirlo: “El hombre era alto y tan flaco que parecía siempre de perfil. Su piel era oscura, sus huesos prominentes y sus ojos ardían con fuego perpetuo. Calzaba sandalias de pastor y la túnica morada que le caía sobre el cuerpo recordaba el hábito de esos misioneros que…”. La descripción un tanto larga del personaje es pertinente cuando se trata de novelas. En el cuento, no; porque la descripción del personaje se hace solo con  suaves pinceladas.   
Los finales, por su parte deben ser sorpresivos, imprevisibles, a fin de causar un  fuerte impacto en los lectores. Julio Cortázar decía: “La novela debe ganar al lector por puntos; en cambio, el cuento, por knock out´´. Si el cuento tiene origen en algo real debe parecer inventado y; si es inventado, real. El uso de los recursos narrativos permite esta posibilidad para no debilitar la verosimilitud de la narración. Se requeriría de más espacio para hablarles de otros elementos como el tono, la atmósfera, las técnicas narrativas.

Luego de la primera escritura hay que dejar reposar el cuento durante un buen tiempo. El tiempo le hará mucho bien como hace bien al vino para que sea exquisito. Luego de ese lapso prolongado hay que leerlo de nuevo para separar la paja del grano y saborear lo que has producido. Posteriormente viene la fase de la depuración; vale decir, de la corrección con respecto a la estructura, los personajes, el lenguaje y, si fuera necesario, la adopción de otras técnicas más apropiadas para activar procesos cognitivos en quienes están al otro lado del libro; en el fondo, para jugar con el lector y procurar su adhesión a nuestro programa narrativo. Este proceso de depuración puede durar muchos meses o años.

En conclusión, el cuento no es fruto de un momento de inspiración; algo que puedas publicarlo al día siguiente de haberlo engendrado. Es el resultado de un trabajo arduo, paciente y apasionado. Hay que sudar la gota gorda para que el cuento gane el afecto de los lectores. Amadeus, un personaje de un cuento mío del mismo nombre, dio tres reglas para mejorar la calidad de los cuentos: primero, corregir; segundo, corregir y; tercero, corregir. Con la modestia que me caracteriza yo me adhiero a las ideas de Amadeus, o más exactamente Amadeus Picarón, un gran escritor que consagró su vida a la perfección de la novela y que murió por causa de la envidia que provocó en el alma de su amigo, el narrador que lo creó.                  

Escribo esta nota como una catarsis que me permite desnudarme y dar a conocer algunas ideas motivadas por el recuerdo de mi “Estepa calcinada”. Quizá cuando escribí aquellos cuentos aún no conocía lo que ahora sé por el peso de la experiencia. Pero ya nada puede hacerse. Lo hecho, hecho está. Los amo así, con todas sus virtudes y defectos. En la actualidad, hay muchos jóvenes que vienen trabajando en la producción de textos narrativos. Ellos recorrerán el mismo camino de aprendizaje que yo anduve y quizá cuando pasen 28 años, también, evoquen a sus primeros hijos, con el mismo cariño que yo recuerdo a los míos. Y aunque parezca increíble para los positivistas, yo los estaré mirando no sé de dónde, ni cómo; pero, estaré al tanto de sus andanzas.   

jueves, 17 de noviembre de 2011

ENTREVISTA CON EL ESCRITOR FELICIANO PADILLA (*)

Por Luis Pacho / Víctor Villegas
Extraída de la revista de literatura y otras heterodoxias LETRAS DEL LAGO No 16, año X


I.- LOS INICIOS, EL MAGISTERIO Y OTRAS FACETAS.-


- ¿En qué medida despertaron su interés por la literatura el entorno familiar y social donde nació y se educó?
Yo tenía en Abancay una abuela llamada Alfonsa Miranda que hablaba español y quechua, pero ella tenía la convicción de que el cuento solo podía narrarse en quechua. Era una gran narradora. Yo tendría unos seis a siete años cuando fui consciente de que era una gran narradora. Nos contaba relatos andinos a mí y a mis hermanos por las noches cerca del fogón. Luego, su fama pasó a todos los integrantes de la casa; entonces venían mis tías, mis padres, mis primas y todo el entorno. Después su prestigio de narradora traspasó el hogar y fue a casa de los vecinos. Ellos también venían algunas noches a escucharla.
A mi se me figuraba una maga de la palabra, una diosa de las imágenes, de cuya boca salían wallatas, zorros, cóndores, cuyes, mariposas y gentes de carne y hueso, o mariposas que se trasformaban en doncellas y los cóndores en apuestos jóvenes. Los cuentos de condenados eran también de su predilección, los mismos que me dejaban impresionado, conmovido. Quizá por eso yo quedé con esa afición que después lo convertí en vocación. En la secundaria, un profe, el “Papi” Viladeguth, nos hacía hacer composiciones literarias. A veces yo no cumplía y cuando me sacaba a leer el texto, yo leía un cuaderno con hojas en blanco, pero lo creaba o lo recreaba en ese momento. Entonces me di cuenta que podía escribir relatos. A los 13 años me atraían varias muchachas y escribía poemitas, imitando la literatura española, para mis musas, a quienes les dejaba los textos en sus manos o debajo de sus puertas, según los casos. Cuando estuve en la Universidad del Cusco decidí ser narrador. Estuve entre la poesía y la narración, pero el “Cholo Nieto” poeta nacional cusqueño, y maestro mío de literatura, me orientó por la narrativa.

- Ud., se ha definido como un narrador puneño-abanquino, entre el Titikaka y el Pachachaca, suele decir, ¿cómo asume esa condición?
Hubiera querido nacer en el Titikaka o a orillas del Pachachaca, pero no fue así. Nadie elige el lugar de su nacimiento. Yo nací en Lima porque mis padres en aquel año se encontraban por allá, pero, al año de nacido me trajeron a Abancay y me formé como un niño andino, con su cultura y como hablante del quechua. Recorrí varios pueblos apurimeños junto a mi padre que era policía, a quien, por alguna razón, lo paraban trasladando de un lado a otro. Entonces, cualquier día llegaba a casa y nos decía a mamá Exaltación y a todos sus hijos que éramos tres: ¡Mañana nos vamos a Chalhuanca!, o mañana nos vamos a Chuquibambilla, o mañana nos vamos a Andahuaylas. Yo chiquillo subía a los enormes camiones que nos trasladaban cachivaches y todo. Me dormía en el camino y despertaba en pueblos foráneos que después se convertirían en mis pueblos. Sufría mucho porque éramos una familia trashumante, peregrina.
Posteriormente, estuve en el Cusco 6 años durante mis estudios universitarios y a los 22 años llegué a Puno para trabajar como profesor de literatura en un colegio de Nuñoa. A los 24 años me casé con Amalia Cáceres, una valiente nuñoeña que decidió compartir su vida junto a un foráneo sin futuro conocido. Desde aquella época hasta ahora que cumplo 67 años (desde el 44) aquí en Puno he podido completar mi formación andina, profesional y literaria Este es mi espacio; aquí consolidé mi concepción del mundo y de la vida, aquí están mi esposa, los poetas, escritores y mis colegas. Aquí mi mujer y mis hijos que son puneños, aquí descansan los restos de mi hijo Pável Mijaíl en el Cementerio Laykakota; aquí está mi trabajo, mi vida
Por eso, es para Puno que logré algún mérito si es que lo logré. Siempre estoy atento a todo lo que pasa en Puno e intervengo como puneño en la discusión y solución de sus problemas. Creo que un ser humano no es el del lugar donde nace, sino, del lugar donde se hace, donde echa raíces, asimila sus construcciones mentales de carácter cultural e ideológico. Jorge Flórez-Áybar al comentar mi libro “Calicanto” me dijo que mi corazón estaba partido entre el Pachachaca y el Titikaka. Creo que es cierto, porque los 15 años que viví en Apurímac me dejaron una huella profunda, pero allá nadie me conoce, ni aparezco en sus antologías ni en sus estudios. A mi pedido, aparezco como narrador puneño en todas las antologías nacionales en las que han tenido a bien de considerarme.

- En los años 80’, se dice que Ud., Jorge Flórez y Luis Gallegos, formaron el grupo Titikaka, ¿Realmente fue un grupo, una collera, una agrupación de amigos? ¿De ser así, cuáles fueron sus propuestas?
Fue un grupo interesante que, como ningún otro grupo, nació con manifiestos donde dábamos a conocer nuestra posición sobre la literatura puneña y la literatura nacional. Hicimos la revista Titikaka, no recuerdo cuántos números y; posteriormente sacamos un periódico más orgánico llamado Apumarka donde dimos a conocer lo que queríamos hacer, nuestros ideales estéticos. Yo Guardo un ejemplar de ese periódico Apumarka de aquellos años donde están insertos nuestro programa y nuestros ideales, bajo los cuales organizamos, ya como ANEA, varios congresos, seminarios, conversatorios, cuyos integrantes firmaron nuestros puntos de vista. Un investigador encontraría interesantes discursos de posicionamiento literario, que posteriormente hemos desarrollado cada uno desde nuestra perspectiva. Desgraciadamente Luis Gallegos que era muy mayor y respetado, tenía, para entonces, algunos relatos orales transcritos al francés por los miembros del Instituto Indigenista Peruano. Él creía que nosotros queríamos crecer con su prestigio. Nos lo dijo alguna vez. Y se dispersó el grupo, pero ha quedado el espíritu en muchos de nosotros, particularmente en Vargas Achata, Pacha Jatha Willka, Jorge Flórez-Áybar y mi persona.

- Como docente, Ud., se nombra en Ñuñoa, labora en el Instituto Superior Pedagógico de Puno y en la actualidad en la UNA de Puno, ¿qué nos puede contar de esa experiencia magisterial? ¿Vale la pena ser docente?
Sí, vale la pena ser docente. Si volviera a nacer volvería a ser profesor. Trabajé en Educación Primaria, Secundaria, Superior no universitaria y ahora en la Universidad Nacional del Altiplano donde soy docente de mi Facultad y de la Escuela de Post Grado de la UNA. La Universidad me formó profesionalmente por la exigencia de las actividades académicas que me llevan a estar siempre con los libros y con los conocimientos organizados en Internet. Sin embargo, debo reconocer que la calidad de mis amigos poetas y escritores me ayudaron a formarme y superarme como escritor.
- Sabemos también que ha estado muy ligado a la labor sindical, ¿cuéntenos brevemente esa faceta?
Yo era profesor de Nuñoa y fui elegido delegado del SUTE ante la provincia de Melgar (Ayaviri). Por alguna razón, de allí me pasaron como delegado al Sute regional. Con el tiempo pasé a ser secretario general del Sute regional por dos períodos consecutivos. También fui dirigente del CEN del Sutep en mi calidad de sub secretario de organización. Fuimos dirigentes del CEN del Sutep, dos puneños: Percy Zaga y yo. De ahí me viene mi preparación ideológica porque era un lector desaforado de literatura marxista. Después fui secretario general del SIDESP (profesores de Institutos Superiores Tecnológicos y Pedagógicos) Finalmente, terminé siendo secretario general del SIDUNA (docentes de la UNA) donde luché 20 años por la homologación del docente universitario.
- Se dice que con la post-modernidad han muerto las ideologías y que incluso la historia ha llegado a su fin, ¿Ud., qué piensa? ¿Considera que el socialismo es todavía la alternativa?
La globalización ha creado y reproducido un discurso dando a conocer que el socialismo había dejado de ser vigente después de la caída del Muro de Berlín, de la desaparición de la URSS y después de la revolución post industrial. Se dijo entonces que el único camino era el neoliberalismo económico que esconde una filosofía utilitaria, individualista y pragmática que otorga al mercado todas las prerrogativas para achicar la función del Estado, controlar los precios, los intereses bancarios, todo el flujo financiero de los países hegemónicos a los países del tercer mundo. El mercado no solo hace esto que digo, sino que decide quién trabaja y quién no trabaja, decide la pretendida homogenización de la cultura en su afán de formar al ciudadano universal habitante de la “aldea global”. Ha llegado a imponer expresiones artísticas mediocres que se venden y compran en el mercado. Por eso, la literatura viene banalizándose y convirtiéndose en “chatarra” capaz de ser descartado, porque la post modernidad es el mundo de la chatarra y el descarte. Llega a imponernos gustos a través de una barata sicología conductista. Con decirte que hasta esos feísimos tecnohuayños que cantan Sonia Morales y no sé qué demonios de gente, promocionados por las grandes empresas televisivas y cerveceras del Perú se han impuesto entre los desclasados y alienados que van a emborracharse y a escuchar esa música en enormes escenarios, donde los únicos beneficiarios son los grandes empresarios..
Menos mal hoy podemos demostrar que el “fundamentalismo” tan nocivo para las relaciones interpersonales no solamente se da en la religión y en la política, sino también en la economía. Las transnacionales y los poderes económicos que lo sostienen son “fundamentalistas” y están equivocados porque no son la única alternativa. De lo contrario no estarían sumidos en una crisis económica tan grave que cargan sobre sus hombres desde fines del 2008. Actualmente se encuentran con grandes problemas. Grecia se encuentra sin presupuesto para pagar a sus empleados, Estados Unidos ha pedido permiso al congreso aval para endeudarse por más de 600 billones de dólares y menguar los efectos de su crisis. Hoy mismo, hay en los Estados Unidos, 21 millones de desocupados. La desocupación es una constante en toda Europa. Pensar que las ideologías han muerto sería como pensar que el hombre ha perdido su capacidad de razonar. El socialismo es una alternativa, no sé si con otro discurso, no puedo decir si con otras estrategias, pero sin renunciar a sus ideales de mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la humanidad. Y la tendencia es esa. Veamos lo que pasa en América Latina. Los presidentes de los países son “socialistas”, salvo Colombia y Chile. En conclusión, la tendencia hacia el socialismo es fehaciente; las ideologías no han muerto, porque el neoliberalismo, también, es una ideología.

- Ud., integró algunas estudiantinas en Puno, a la vez que fue compositor de letras de huaynos puneños, ¿cómo llegó a esta faceta de su vida?
Bueno, a mí me gustaba la música. En el Glorioso San Carlos donde trabajé algún tiempo se formó una estudiantina y grabamos dos discos de corta duración. Yo escribí las letras de un wayño y pronto me popularicé como letrista. Entonces por mi voz, por mi pericia en la guitarra y por mi afición a la composición pasé a formar parte de la Unión Puno donde grabé dos discos de larga duración. Hice las letras de muchas canciones y, en algunas veces, también la melodía. La melodía, en general, la hacíamos entre todos como en un taller de música.

II.- REPASANDO SU OBRA LITERARIA.-

- Ud., es una de nuestras mayores voces de la narrativa puneña, por su calidad escritural, los libros publicados, los concursos ganados; y, consecuentemente, figura en las antologías más exigentes de la literatura peruana, ¿cómo asume ese papel?
Como un logro colectivo porque yo aprendí a hacer literatura leyendo y conversando con mis amigos poetas y escritores puneños. Claro que hay algo de mi “cosecha” personal; pero, creo que yo no gané; ganó Puno. Yo quisiera que se pensara de esa manera. Mis lecturas posteriores me consolidaron y me nutrieron, pero la base está formada por mi vinculación con Efraín Miranda, Gironzini, el Chuspa Tapia, Mercedes Morales, José Parada Manrique,.Omar Aramayo, Serapio Salinas, Gloria Mendoza, el Cholo Ayala, Jorge Flórez-Áybay, Valdimir Herrera, Alfredo Herrera, Boris Espezúa, Lolo Palza, Luis Pacho. Y sigo aprendiendo todavía con José Luis Velásquez, Edwin Bedoya, Filonilo Catalina, Christian Reynoso. Por todo ello, te repito, lo tomo como un logro colectivo.
- ¿Se diría que su libro La estepa calcinada, pertenece a la edad de piedra de su narrativa?
Creo que sí. Aunque es un libro que quiero mucho porque es mi primer hijo. Y tiene cosas interesantes que ahora que ha pasado tantos años, los vuelvo a leer y me digo: ¡Ah! Ya escribía así. Por lo menos me sorprende el lenguaje que manejaba en aquellos tiempos.
- ¿Cómo trabaja Ud., un cuento? ¿Inicia uno hasta terminarlo o escribe varios cuentos a la vez?
Escribo varios cuentos a la vez. Un cuento nace en la calle, en el trabajo o cuando estoy bebiendo algún trago con ustedes. Nace de algunas cosas que les escucho y, cuando es importante, lo anoto como idea en algún papelito. Luego, en mi casa hago un apunte en mi computadora y está ahí para que alguna vez lo convierta en un relato. Con el tiempo regreso a ese apunte o a otros apuntes que voy convirtiendo en borradores. Ese borrador descansa otro buen tiempo hasta que le doy una primera versión. Y así va pasando hasta llegar a su versión definitiva. Soy muy cuidadoso. Soy cuidadoso incluso con las notas que escribo sin ninguna pretensión. Me fascina trabajar bien la coherencia y la cohesión de los textos.
-¿Cómo ha recibido la crítica su producción narrativa desde Amarillito amarillando, que es una especie de compilación de toda su producción cuentística inicial, hasta Pescador de luceros?
Creo que satisfactoriamente. Estoy conforme con lo que dicen. Y, es un acicate para seguir trabajando.

- Ha incursionado en poesía publicando Pakasqa Takiyniykuna ¿Volvería a escribir otro libro de poesía?
Estoy haciendo un libro de poesía en quechua. Seguí una maestría en Lingüística Andina y aprendí a escribir el quechua, y hablar con relativa corrección. Cuando estoy entre quechua-hablantes me desenvuelvo de modo aceptable. Hace poco me invitaron de la Escuela de Post Grado de la UNA para dictar a los maestristas o maestrandos el curso de Morfosintaxis del quechua. Me llaman a esa Escuela más que a los post grados de mi Facultad. Y esto que soy también M.Sc en Educación Superior e hice un post grado en investigación..
- Todos los cuentos, ciertamente, son como nuestros hijos, sin embargo, ¿alguno le ha dado más satisfacción?
Desde un punto de vista formal, creo que “La gloriosa estirpe de los ojos colorados” y “Réquien por Amadeus” han llenado los ojos de los críticos; aunque Ricardo González Vigil me ha antalogado con “El Tuku Villegas”. Por ahí vamos, pero yo me quedo con “Manuela Inmortal”
- Uno de los cuentos que más hemos celebrado es Manuela la inmortal, ¿para escribirla, se ha valido de algún hecho real?
Todas las creaciones literarias siempre vienen de la realidad, pero después se convierten en ficción por medio de la condensación y el desplazamiento, y cuya esencia es la fabulación. “Manuela Inmortal” está basada en la vida de una matrona nuñoeña, hacendada con mucho poder y mucha simpatía. Claro que a ella no le pasó realmente lo que sucedió con Manuela en el cuento. Gran parte de su historia se la inventé, así como la trama donde se entierra el ataúd de doña Manuela en otro féretro que ella había mandado adquirir del Cusco. La situación del nieto está ahí para avivar la intriga y hacer que termine su enfermiza ambición en la derrota de este personaje que acaba sin habla y en estado de shokc por la fuerte impresión

- Después de su novela Aquí están los Montesinos, ¿pretende escribir una novela con temática puneña? ¿Tiene en proyecto escribir otro libro de cuento, tal vez, un estudio sobre literatura puneña?
Hace dos años que estoy escribiendo una novela puneña basada en la ascensión de una clase emergente en Puno, generada principalmente por la migración de campesinos hacia la ciudad, donde nosotros nos hemos educado, nos hemos insertado a la economía formal o informal y vivimos aquí. Esos migrantes o sus hijos han llegado a empoderarse en una urbe vanidosa, aristocrática, apropiándose de su economía, asumiendo sus alcaldías, los puestos claves de la administración pública, la universidad, los centros de cultura. Entre tanto la gente de esas antiguas familias, salvo excepciones, viven del pasado, sueñan con ese Puno que se fue, con ese Puno donde las familias aristocráticas, hacendadas todas ellas, iban al teatro, asistían a bailes fastuosos, escuchaban conciertos de orquestas que llegaban de La Argentina y Bolivia. Ahora, sus calles se han afeado por “nuestra culpa”, sus normas han cambiado, las relaciones sociales tienen otros componentes. Algo peor, su lago azul se ha contaminado. Para ellos el mundo puneño anda patas arriba. Y en mucho de ello tienen razón, solo que hay que afrontarlo en las nuevas circunstancias que vivimos Esa es la novela que estoy escribiendo, que ya la terminé, pero, que me está costando mucho tiempo acabarla adecuándola a las técnicas más pertinentes. A veces pienso que la estoy malogrando. Por su parte, los cuentos siguen su curso creativo como ya te conté anteriormente..

III.- LA LITERATURA ANDINA Y CRIOLLA.-

- Ud., se inscribe en una corriente que hoy ha venido a llamarse literatura andina, ¿Ud., cree realmente que estamos en ese periodo? ¿En todo caso, suscribe la periodización propuesta por Jorge Flórez Áybar?
No. No soy partidario de las periodizaciones porque son muy esquemáticas. Pero sí creo que vivimos la época de la narrativa andina que está lejos de ser una literatura indigenista o neoindigenista. Lo indio recreado está en el alma, pero en ese ámbito se ha insertado por las leyes sociales de los procesos culturales otros elementos como el que proviene del componente cristiano-feudal (nuestras fiestas patronales con todos sus elementos y las relaciones semiserviles que todavía existen) y, finalmente, todo aquello que ha llegado a ser nuestro con la penetración del capital, así como con nuestra formación académica desde el jardín de la infancia hasta la universidad. Nuestro mestizaje es complejo, pero la matriz es andina. En literatura nos ha llegado la modernidad y la postmodernidad, pero ello no nos conmina a abandonar nuestra condición humana de andinos.
Sin embargo, cuando un escritor solo privilegia lo formal, se reproduce los paradigmas del “otro” y se hace una literatura banal que roza la superficie sin tocar la profundidad. La profundidad y la representación de la condición humana es la naturaleza de la buena literatura.

- Se habla de la dicotomía occidental- andino, criolla-andina, cuyo clímax alcanzó su mayor pico luego del Congreso de narrativa peruana llevada en Madrid, España el año 2005, ¿según Ud., existe esta dicotomía? ¿Cuáles serían las características de cada uno de estos flancos?
No existe. Es una tontería. Cada quien escribe de acuerdo a su idiosincrasia. Reproduce en sus textos las construcciones mentales y cognitivas de su entorno, de su cultura. Los escritores de la región de Lima no podrían hacer con solvencia una literatura como se hace en otras regiones andinas. Lima también es otra región. Lima me agrada mucho. Me siento contento cuando estoy en Lima; gozo de sus peñas donde escucho música criolla que los limeños ya no escuchan, me alimento de sus comidas criollas y leo su literatura que es buena, como leo también con mucha fruición espiritual literatura norteamericana, alemana, francesa, irlandesa, rusa, italiana, etcétera. Nada es mejor. Todo responde a sus propios parámetros. Menos mal, que los narradores y poetas provincianos son hoy por hoy mejores narradores y poetas que los limeños, salvo Fernando Ampuero, Toño Cisneros, Alonso Cueto y algunos más, cuyos nombres no vienen a m i memoria en este momento..

- El proceso de mestizaje, ¿no ha borrado estas fronteras?
El proceso de mestizaje se ha producido más en las zonas andinas, amazónicas y afroperuanas que en Lima aristocrática. Este proceso no ha “borrado” en nosotros estas fronteras. Se ha integrado a nuestra forma de pensar, de vivir, de ser y convivir. La occidentalización está en nosotros, pero la matriz es esencialmente andina porque nos remite a nuestras raíces.
- Sin embargo, algunos críticos y estudiosos jóvenes de la literatura en Puno, han señalado que muchos de estos narradores llamados andinos, aún estarían por la onda neoindigenista, ¿Ud., qué opina?
Hay una maestría provinciana de literatura que está formando mal a sus egresados. Reproducen un discurso postmoderno que no da importancia al ambiente ni a los personajes prototipos, de modo que, la narración puede ocurrir en cualquier lugar del mundo, los personajes son impersonales y pueden ser esos “ciudadanos de la aldea global” que está formando la globalización. Sin embargo, tenemos ahora a Teum Van Dij, Daniel Cassany y otros fundadores del análisis del discurso que dejan sin piso a esos teóricos, ya que los textos sean del acto del habla y de los textos literarios que también son actos comunicativos, reflejan las representaciones o construcciones mentales y cognitivas de su cultura, de su contexto social. Los discursos tienen que ver con la relación interpersonal entre jefe/subordinado, hombre/ mujer, adulto/ niño, gobernante/gobernado. Vale decir, los textos expresan dichas construcciones y relaciones de poder. ¿Un norteamericano podrá reproducir en sus discursos nuestras representaciones socioculturales? ¿Y por qué nuestros escritores se esfuerzan por reproducir aquellas construcciones con las cuales no tienen ninguna vinculación cultural, salvo por los libros que leen? Hace tiempo Cabrera Infantes dijo que la literatura que tiene por personajes a indios o aborda los problemas del indio, no es literatura moderna. Julio Cortázar al discutir con Arguedas también utilizó los mismos argumentos, aunque después se corrigió.
Sin embargo, es cierto que los indios no son personajes obligatorios de nuestros cuentos o novelas. Ya el indigenismo como escuela pasó, incluso todavía desde la época de José María Arguedas. Igual pasó con el neoindigenismo. Pero de ahí, venir a hablar pestes acerca de esta clase de novelas o cuentos es otra cosa. La pregunta es ¿Cómo hará su literatura un nuñoeño que ha salido poco a las ciudades cosmopolitas? Quizá todavía hable del indio o aborde su problema, porque es su mundo. ¿Y quiénes somos nosotros para rechazarlos a nombre del canon? ¿Qué derechos tenemos de hacer eso con ellos? Esa es una pregunta que no puedo contestarme. Y hasta me parece que estamos actuando como algunos arequipeños que solamente consideran literatura lo que hace la urbe y, mas todavía, lo que se hace en la universidad, olvidando que la poesía lonqa, por ejemplo, es también literatura importante, sabrosa y rica por sus propios componentes extracitadinos. Esto queda para la investigación. Pero, esos nuevos críticos que han aparecido no se dan cuenta (y lo dice Van Dikj) que el discurso expresa relaciones de poder. Ellos reproducen un discurso consagrado por el poder académico que es parte de otro poder más grande. Deberían escuchar a los maestros de literatura de San Marcos, la PUCP que han avanzado mucho sobre estos temas, o a Wálter Paz Quispe que es un puneño analista del discurso de mucha credibilidad. Yo aprendí mucho de él, de sus libros y de su palabra.

- En esa línea, ¿Arguedas se constituye en el mayor de los escritores peruanos?
Arguedas es el mayor exponente de la literatura nacional. Es el escritor que mostró al mundo nuestra riqueza espiritual, nuestras energías, nuestro talento y nuestra alma. ÉL es andino como nosotros. Escribió como tal y consiguió que los costeños y el mundo occidental que nos ignoraban nos conocieran. No se podía exigir que Vargas Llosa, por ejemplo, escribiera de la sierra o de los indios y mestizos como escribió Arguedas, porque este mundo fue desconocido por Vargas Llosa. Nuestro premio Nobel escribió sobre el mundo que conocía y lo hizo bien hasta convertirse en uno de los mejores narradores en lengua española y o en cualquier otra lengua. Cada quien pertenece a un mundo diferente y escribió desde su perspectiva, impelido por su propia idiosincrasia. Pertenecen a un tiempo y un lugar distintos y no hay por qué hacer comparaciones sin sentido para saber quién es mejor. Equivocadamente, muchas veces, se dice que Arguedas escribió, trabajó y luchó por un retorno al pasado, a lo indio, a lo puro. No es cierto. Él nos mostró al mundo cómo somos; pero en todas sus novelas, poesías y ensayos nos habla de integración. En sus poemas más duros como “El llamado a los doctores”, le dice al costeño- occidental. Ven hermanito, yo te mostraré los colores más variados que emergen de las flores de las quinuas. No te corras. Escúchame. Y cuando en otro poema dice refiriéndose a Lima: “estamos rodeando esta ciudad cabeza de falsos wiracochas”. No lo dice para liquidarlo, sino, para humanizarlo, para que vivamos integrados y trabajando con justicia y oportunidades para todos. Bueno, las frases arguedianas que estoy repitiendo son aproximaciones, porque no los he podido memorizar.

- Gozamos y disfrutamos de la literatura de Vargas Llosa, pero no de su pensamiento neoliberal contrario con las expectativas populares, ¿suscribe esa afirmación?
Eso es cierto. Escribí numerosos artículos enfrentando sus ideas neoliberales y los seguiré combatiendo con honestidad; pero, debo confesar que su arte exquisito me ganó completamente. Escribí un artículo expresando mi orgullo de peruano el mismo día que Vargas Llosa ganó el Premio Nobel. El Perú es multiétnico y pluricultural. A pesar de ser Vargas Llosa costeño occidental, es también peruano como nosotros, o como los amazonenses, o como los afroperuanos. Y debemos alegrarnos por sus triunfos.
- ¿Cuál cree que es el papel de la literatura en estos tiempos de globalización? ¿Debe comprometerse el escritor con las luchas del pueblo?
El escritor no tiene que preocuparse por escribir una literatura comprometida. El único compromiso de la literatura es con el lenguaje. En el lenguaje emerge sin que lo planifiquemos las ideas de nuestros personajes, sus ideales de justicia y de cambio; pero la literatura no enseña, ni politiza, ni ideologiza. Para eso están los discursos ensayísticos de carácter ideológico, los artículos de opinión, la escuela. Oquendo fue comunista consumado pero no hay un solo verso que lo descubra. El Gabo es comunista y se sabe que muchos de sus premios han sido donados para la revolución, pero, ninguno de sus novelas recoge planteamientos políticos ni ideológicos. Entonces hay que tener mucho cuidado con la ideologización de los textos. Toda ideologización debilita la novela, el cuento.

- En última instancia, ¿para qué sirve la literatura?
Aristóteles, me parece, le asignó un nombre: Vano oficio. Nadie va a morir si no consume literatura. Hace algún tiempo querían contraponer la ciencia y la literatura. Con este argumento se quiso “quitar” los cursos de literatura de la formación escolar en todo el planeta. Nunca se pudo. Se sigue enseñando en todos los niveles de educación del mundo, desde el inicial hasta el universitario y post universitario. Lo que pasa es que construir y leer literatura se ha convertido en el único acto auténtico de libertad. La literatura forma la amplitud de nuestra cultura, desarrolla nuestra sensibilidad estética y social. Es lo que nos diferencia de los animales. Hoy, los países más desarrollados como USA, Francia, Alemania, exhiben los mejores narradores del mundo y tienen una cantidad fabulosa de 50 millones de lectores anuales. No han contrapuesto la literatura contra la tecnología. La ciencia robotiza, la tecnología deshumaniza. El arte y la literatura devuelven al hombre su condición humana. Sirve para eso y para conocer la verdad a través de la ficción.

IV.- LA LITERATURA PUNEÑA.-

- Se ha dicho, y con razón, que Puno tiene una gran tradición literaria. En su condición de estudioso de la literatura puneña, ¿Esa tradición se mantiene, o hay un declive? En todo caso, ¿cómo ve ese proceso evolutivo?
A pesar de algunos artículos que leí últimamente en contra de la continuidad de esa tradición poética puedo asegurar que hay mucha pasta entre los jóvenes puneños. Estamos hablando desde Glinio Cruz hasta Filonilo Catalina: el primero con 24 años y el último con unos 34, me parece. En el medio hay un conjunto de jóvenes que viene consolidando su escritura. Y seguro que seguirán avanzando porque en el mundo todo lo que se dice y hace es susceptible de perfección. El estilo queda y el cambio de los demás elementos termina solo con la muerte. Por lo tanto, la poesía joven camina dentro de lo esperado o exigido por la rigurosa tradición poética puneña; pero, es cierto, que hay falencias notables en el aspecto narrativo, salvo la presencia de Javier Núñez y de Christian Reynoso. Es que la narrativa suele ser el ejercicio de la madurez.

- La poesía puneña ha trascendido las fronteras nacionales, en cuento estamos camino a consolidarse, en novela, pese a Porqué lloras Candelaria de Zelideth Chávez y Febrero lujuria de Christian Reynoso, aún no se ha escrito la novela puneña, ¿qué decir al respecto?

Falta escribir la novela puneña. “Febrero Lujuria” es la novela que se acercó más al sentir puneño, por lo mismo que, aborda no la fe del pueblo ante la virgen de La Candelaria, sino el lado pecaminoso de la fiesta, el espacio oscuro que a veces lo maquillamos con frases elogiosas. ¿Por qué lloras Candelaría? pudo ser, pero la historia de Candelaria Herrera es contada como noticia y solo por segmentos a cargo de los actantes. No están definidas adecuadamente las situaciones del sujeto y el objeto, ni de un gran destinador que hubiera servido a guisa de una gran fuerza para mover la acción del actante principal. Sin embargo, a pesar de estas falencias, creo que hasta ahora, son las novelas representativas de Puno, junto con “Las memorias apócrifas del general José Manuel de Goyeneche” de Emilio Romero y “Más allá de las nubes” de Jorge Flórez-Áybar.
- Los escritores puneños, ¿cómo deben asumir los últimos movimientos sociales ocurridos en Puno?
En poesía y narrativa con mucha inteligencia, sin intervenir en la historia, ni explicar los hechos. Es preferible que el narrador o el hablante lírico se mantengan lejos de las acciones, es decir, sean invisibles.
- En las últimas generaciones de escritores, ¿ve la continuidad de la tradición literaria de Puno? ¿Están asumiendo el legado de nuestros íconos, caso Churata, Oquendo y Miranda?
Claro que sí. En Puno cada escritor o poeta tiene su propia “poética”. Podemos hablar de la poética de Filonilo Catalina o de la poética de Alfredo Herrera. Sin embargo, de modo hipotético, plateo que hay dos poéticas básicas o esenciales: La de Carlos Oquendo de Amat y la de Churata. Es posible clasificar a los poetas (aunque no me gusta hacer taxonomías) dentro de estas dos grandes “poéticas basicas”. Me baso sobre todo en la teoría del hipertexto y los hipotextos. Un poemario puede ser un hipotexto de un gran hipertexto. Bueno este tema queda para la investigación.
- Al calor del Encuentro Baquerizo del 2003, se formó el GRUSEA, pero hoy no tiene una vida orgánica y menos se renueva, ¿qué esperar de este grupo?
Es cierto. Jorge Flórez- Áybar es el presidente. Tenemos personería jurídica, actas, sellos, pero no funcionamos como organización. A veces realizo actividades culturales a nombre del GRUSEA, pero, solo es referencial y no expresa lo que es la organización. Habría que reunirnos, hacer nuevas inscripciones con todos los escritores y poetas y que gente joven asuma la dirigencia. Nosotros los “viejos” estaremos siempre “ahí”, pero para ayudarlos y animarlos. En síntesis hay que reorganizar el GRUSEA.
- Quienes hemos estado en la última FIL de Arequipa, hemos visto que nuestro gran poeta vivo Efraín Miranda Luján, literalmente se está muriendo, ¿qué hacer pragmáticamente al respecto? ¿Qué pedirles a nuestras autoridades regionales y locales?
Primero hay que organizarnos para exigir algo, porque solos no podremos hacer nada. Grupalmente hay que pensar en algo rápido. Omar Aramayo dio algunas iniciativas por el facebook. Estamos conversando sobre qué hacer. Ojalá lo conversemos más seriamente ahora que llegue a Puno el lunes 24 de octubre. Tenemos que actuar de prisa.
- Por último, en este Puno, tierra de artistas y poetas, como dice el cliché, la cultura en general y la literatura en particular, se salva por esfuerzos particulares, ¿por qué nuestros gobiernos locales y regionales no pueden vertebrar una propuesta de política cultural? ¿Cuáles serían los lineamientos esenciales para su elaboración?
El arte y la literatura en Puno siempre han sido actividades marginales; se han desarrollado sin ayuda de las autoridades, pero ha dado mejores logros y las mayores alegrías a nuestro pueblo, que sus propios políticos que son los que se adueñan del poder y sirven solamente a sus intereses de grupo. Ellos prefieren hacer grandes obras donde los presupuestos son también fuertes. Como dice la gente, de estos grandes dineros se puede sacar alguna “tajada”. En cambio de una edición de libro que está por unos cuatro mil dólares, no se saca nada. En el fondo quizá se trate de eso. Digo solamente quizá.
No te hablo sobre los lineamientos de política cultural porque prefiero mantenerlos para conversarlo con ustedes en privado. Una vez los expuse cuando concursé para ocupar la dirección del Instituto Nacional de Cultura de Puno que, dicho sea de paso, le gané al antropólogo que era director y convocante a la vez; es decir, juez y parte al mismo tiempo. Le gané en expediente, entrevista y en el examen escrito. Al final me anularon desde Lima pretextando que el concurso lo habían convocado solamente 21 de los 44 miembros que tenía el Consejo Regional de Cultura. Leguleyadas y, según decía la gente, estrategias para ocultar algunas licencias de construcción en casas consideradas patrimonio cultural de Puno y la nación.
- Gracias por su tiempo escritor Feliciano Padilla.
- A ti las gracias, Lucho, por haberme permitido expresar, aunque desordenadamente, mis ideas básicas acerca de la literatura y la cultura en general.

domingo, 13 de noviembre de 2011

ESCRITORES NACIONALES Y EXTRANJEROS SE DIERON CITA EN LA CIUDAD DE PUNO


Escribe: Feliciano Padilla

Del 24 al 29 de octubre del año en curso se realizó con notable éxito el VIII Congreso Nacional Lingüístico Literario (VIII CONALL) “Gamaliel Churata”, en los ambientes de la Universidad Nacional del Altiplano. Con este motivo arribaron a nuestra bahía importantes académicos y escritores nacionales y extranjeros. Entre los conferencistas internacionales se notó la presencia de Luisa Delia Pietronave de la Universidad tecnológica Nacional de Buenos Aires; Deysi Acosta Rubiano y Liliana Martínez Granada de la Universidad del Tolima Bogota- Colombia; Enrique Cortez Romero, Adrián Cáceres Ortega y Alex Chamán Portugal de la Universidad Mayor, Real y Pontificia de Chuquisaca-Bolivia y, académicos de otros países hermanos, cuyos nombres no pude registrar personalmente.

Entre los escritores nacionales citamos a Oswaldo Reynoso, Crónwell Jara Jiménez, Óscar Colchado, Omar Aramayo, Feliciano Padilla, Gonzalo Espino, Dorian Espezúa, José Luis Ayala, Mauro Mamani, Vladimir Herrera, Miguel Arribasplata, Juan Alberto Osorio, Jorge Flórez-Áybar, Federico Altmarino Flores, Boris Espezúa, José Luis Velásquez, Bladimiro Centeno, Filonilo Catalina y Wálter Paz Quispe.
La Facultad de Ciencias de la Educación estuvo representada por los profesores Dr. Juan Luis Cáceres Monroy, Dr. Luis Martín Huayllapuma Santa Cruz, M Sc. Jaime Barrientos Quispe, Dr. Francisco Charaja y el, Mg. Luis Enrique Arias y; lógicamente, por  los estudiantes de todos los semestres académicos de la FCEDUC, organizadores del certamen, dirigidos por Mario Tinta Aroni y Verónica Ancco Almonte.

El VIII CONALL ha sido convocado por la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNA Puno, por intermedio de una Comisión Central Organizadora conformada por estudiantes de esta Facultad, que la presidió Mario Tinta Aroni, alumno de la Especialidad de Lengua y Literatura de la FCEDUC. Al margen de algunos errores, mayormente de manejo de tiempos y organización cometidos en el día de la inauguración, puede decirse que el congreso fue adquiriendo con el paso de los días, la seriedad que caracteriza a estos eventos. Un balance provisorio, nos confirma el éxito académico logrado por la cantidad y calidad de las ponencias y disertaciones presentadas por los asistentes, de acuerdo al Programa General  preestablecido y; también, por la presencia de estudiantes de Facultades de Educación de muchas universidades del país como La Cantuta de Lima, Universidad de Huamanga de Ayacucho, Universidad de San Luis Gonzaga de Ica, Universidad Jorge Basadre de Tacna, Universidad San Antonio Abad del Cusco, Universidad San Agustín de Arequipa, Universidad Nacional del Santa, Universidad Nacional de Trujillo, Universidad Nacional de Cajamarca, Universidad Nacional del Centro (Huancayo) y la Universidad San Andrés de Bolivia. 

En Puno, que se recuerde, nunca se había visto y escuchado a tantos escritores juntos, todos ellos de reconocido prestigio dentro y fuera del país, salvo la realización del II Encuentro Nacional de Escritores Manuel J. Baquerizo que se llevó a cabo en Puno en el año 2003, convocado por el GRUSEA, organismo dirigido, en aquel entonces, por Jorge Flórez-Áybar y Feliciano Padilla, al que asistieron 42 escritores nacionales y numerosas delegaciones del país.

En el VIII Conall, los horarios de las mañanas fueron dedicados a las conferencias; los de las tardes, a las ponencias y talleres y; los de las noches, a las presentaciones de libros en la Casa de la Cultura del Municipio y a actividades culturales en el Auditorio Magno de la UNA. Tanto la inauguración como la clausura de este congreso corrieron a cargo de la alta dirección de la UNA, representada por el  Rector de la universidad Dr. Lucio Ávila Rojas y los Vicerrectores Drs. Édgar Pineda Quispe y Germán Yábar Pilco.

Fue una fiesta grande del espíritu,  una apoteosis literaria  para el recuerdo como se merece nuestra tierra, por su tradición  y por el prestigio de que goza desde la época de los Churata y que continúa gracias al estudio y praxis de nuestros poetas y escritores que han sabido ganarse merecidamente un lugar de expectación en la literatura nacional. Puno, a través de su universidad y, particularmente, de su Facultad de Educación, una vez más, ha sabido responder con creces el reto de organizar un  congreso de tal envergadura. Los puneños que no asistieron a las actividades programadas y difundidas por los medios de comunicación, sencillamente se las perdieron, porque estas oportunidades no se presentan cada vez.  No soy pesimista, pero, sospecho que pasarán unos quince años más para que se organice otro evento literario de tanta significación como el que tuvo el congreso.

Como no podía ser de otra manera, los temas más recurrentes de las ponencias han estado orientados a analizar, bajo diversas perspectivas, las obras de Gamaliel Churata y José María Arguedas, dos grandes de la literatura peruana, dos escritores que han sentado las bases de la literatura nacional y, adicionalmente las que se refirieron a otros temas como pragmática lingüística y análisis del discurso.

No cabe duda que Puno recordará por mucho tiempo las palabras de un escritor y maestro como Oswaldo Reynoso que habló acerca de la ficción y la realidad y, de la inserción de la jerga en la literatura que, como se sabe, causó un gran escándalo cuando él mismo publicó usando este léxico popular en sus novelas “El escarabajo y el hombre” y “En octubre no hay milagros”, a inicios de la década del sesenta. También son dignos de ser resaltadas las disertaciones del Dr. Gonzalo Espino acerca de la literatura oral, la del Dr. Dorian Espezúa Salmón sobre “Proyectos lingüísticos en la obra de José María Arguedas y Gamaliel Churata”, la del M Sc. Wálter Paz Quispe que presentó una especie de esquema lingüístico para interpretar cualquier tipo de texto con el paradigma del análisis del discurso y; en general, las exposiciones de todos los que presentaron ponencias o dieron conferencias.  Mención aparte merece el escritor nacional Crónwell Jara Jiménez que condujo un taller de cuento las tardes de los días 27, 28 y 29 de octubre.      

Al finalizar debemos felicitar a los estudiantes de la Comisión Central Organizadora  y de las Sub comisiones que trabajaron arduamente para el éxito del VIII CONALL, en las personas de Mario Tinta Aroni, Verónica Ancco Almonte, Zico Rodríguez Cuevas, Fany Mamani Quispe, Amat Mamani Díaz y Tomás Froylán Palaco. Se agradece  también la labor que cumplieron algunos medios de comunicación masiva como Los Andes, TV UNA, Pachamama, Onda Azul, Foro TV y las redes sociales que manejaron estudiantes y profesores de la Facultad de Ciencias de la Educación, sin cuyo trabajo de hormiga no hubiera sido posible el congreso. Aquí, también, debe subrayarse sobremanera la labor de los escritores asistentes por los aportes que hicieron en favor de la cultura y la literatura nacional. Cuestiones formales aparte, yo me quedo con el recuerdo de los escritores y de las noches de bohemia que compartimos con Crónwell, Oswaldo, José Luis Velásquez, Jovin, Wálter, Rossana, Omar, Susana, Monserrat, Valdimir, Mauro… Hasta pronto muchachos y vuelvan siempre a la bahía de Puno. ¡Siempre!

viernes, 4 de noviembre de 2011

LA GLORIOSA ESTIRPE DE LOS OJOS COLORADOS (*)

Autor: Feliciano Padilla

Ingresé apurado a la habitación y fue suficiente que viera aquellas dos ascuas refulgentes en medio de la oscuridad para saber que algo malo le sucedía a Fernán Huamán de los Heros. Afuera, la luna iluminaba la noche y, a pesar de que sus rayos se filtraban a través del tul con que se cubría la pequeña ventana, no podía saber yo cuánta gente había en ella. Pronto, de la penumbra emergió una voz muy conocida. Era la de María Eugenia Zurita, profesora de literatura de la Universidad de Tucumán y muy amiga del poeta Huamán de los Heros.
 -  Gracias a Dios que llegaste, Guillermo. Fernán tiene una fiebre muy alta y a veces convulsiona que da miedo. He logrado comunicarme con el Dr. Simonini, amigo nuestro. Ojalá llegue a tiempo - exclamó María Eugenia, muy preocupada.
-  Hola, Guillermo. María exagera. No es nada riesgoso. Hay tiempo para todo. Hay un tiempo para llorar, un tiempo para reír, tiempo para pelear, tiempo para descansar; incluso, tiempo para morir. Pero, ese tiempo no ha llegado  aún para mí - alcanzó a decir, Fernán.
- Es necesario tomar todas las providencias del caso, dada tu salud tan delicada, querido Fernán- dije mirando otra vez aquellas dos ascuas que brillaban intermitentes y se diluían en la lobreguez de la habitación.

Fernán Huamán de los Heros es un poeta muy conocido en esta ciudad del norte argentino. Ha editado unos tres poemarios y colabora con artículos en algunas revistas. La crítica tucumana ha recibido con beneplácito sus creaciones y, si bien es cierto, no afirma que sea todo un genio de la poesía postmoderna, tampoco, nadie ha sido capaz de negar la calidad de su trabajo. Sin embargo, lo conocen solamente por sus escritos y por lo que se dice de él en la TV y en las emisoras.  En realidad, ninguno de sus aláteres ni simpatizantes lo han visto personalmente, nunca.  Somos un círculo cerrado de unas seis personas que lo conocemos, que sabemos de él y que lo visitamos periódicamente en su cuartucho de la calle Rivadavia 2217, más allá de Entre Ríos y Monteagudo.  Es improbable, por decir lo menos, que alguien podía haberlo visto alguna mañana o tarde, porque él no sale de día jamás. Sufre de una rara enfermedad a los ojos. Tiene los ojos escarlatas y no se trata sólo de la niña o la retina, sino de todo el globo ocular. Por eso, es imposible que pueda mirar el sol de frente, siquiera unos diez segundos. Se pintan más rojos que la misma sangre y se ponen a punto de estallar; lagrimea sin cesar días de días y una fiebre de 41º le achicharra sin piedad las entrañas, y convulsiona todo él como un pez fuera del agua.

Es muy penosa su situación. A causa de este mal es amigo de las penumbras, morador impenitente de las sombras. Camina de noche por las calles lóbregas y vive en esa habitación de Rivadavia sin usar jamás luz artificial. ¡Ah!,  y sobrevive de sus colaboraciones, de la venta de sus libros y de la ayuda que recibe de los pocos amigos que tiene, todos poetas tucumanos de gran corazón. Él es chileno, de la región de Tarapacá, y oscilará entre los 35 ó 40 años a lo más. Buen tipo, alto él, espigado y de larga cabellera. Sus contertulios constituimos algo así como la “brigada internacional” de la cultura. De las seis personas, Fernán es chileno, Juan Baquedano es potosino, María Zurita y Rodrigo Valdivia son tucumanos, yo soy peruano y Marcelo Díaz, “el Divino”, es paraguayo.

Mi cercanía a Fernán no está motivada sólo por una amistad incondicional, lo confieso, ahora. Hay un viejo y obsesivo enigma de por medio, en el que estamos comprometidos varios arqueólogos y estudiosos. A Fernán lo conocí gracias a María Zurita y mucho después de que los miembros del Círculo Histórico de Wisconsin habíamos logrado extraordinarios avances en este punto. Puede decirse, entonces, que ha sido el azar que ha puesto a Fernán en medio de mi camino, en el centro mismo de mis preocupaciones intelectuales. Quiero ser honesto. Por eso lo declaro fehacientemente y porque no deseo que más tarde surjan conjeturas ni habladurías de mal gusto. 

En febrero de 1995,  Donald Thompson, autor de “Additional stone Carving from the North High-Land of Perú”, me decía en su carta dos aserciones aparentemente irrefutables:  1) Que definitivamente el poblamiento de la América se hizo por el estrecho de Bering. 2) Que habrían arribado a América varias oleadas de inmigrantes de diferentes razas y culturas, entre ellas, aquellos cazadores de elefantes siberianos de fines del paleolítico superior que tienen grupos homogéneos en la región del lago Baikal. El doctor Donald Thompson me decía, además, que estas conclusiones se las debía a muchos arqueólogos amigos suyos y, principalmente, a  Bosch-Gimpera, el investigador de mayor credibilidad de los setentas.

El Círculo de Wisconsin logró reunirse en Zurich, a fines del otoño de 1999. Al término de tres días de agotadores, cuando no, acalorados debates,  logramos arribar  a algunos acuerdos salomónicos. El curso de la investigación, ahora con aplicación de la más alta tecnología creada por el hombre, nos conducía inexorablemente a asumir las posiciones del doctor Thompson. Se incorporaba al conjunto del discurso científico, dicho sea de paso, compartido por todos los miembros del Círculo Histórico de Wisconsin, una especificación aparentemente sin importancia. Este agregado arqueológico fue sostenido, sólo en la última tarde de las sesiones, por el doctor Osvaldo Meghin, un prehistoriador europeo que vivió aquí en la Argentina muchísimos años e hizo importantes investigaciones en las Pampas y en la Patagonia. 

La mayoría de los investigadores basaban sus estudios en huesos, armas y utensilios de la más diversa índole. La especificación del doctor Meghin, en cambio,  era producto de sus estudios de ADN en pieles humanas de fósiles y momias descubiertos en sus largas caminatas que unían con pasmosa facilidad extensas regiones de Perú, Bolivia, Argentina y Chile. Esta nueva tesis sostenía que aquellos cazadores de elefantes siberianos de fines del paleolítico que habían arribado a la América tenían una rara e intensa coloración rojiza en los ojos, debido a la permanente exposición de aquéllos, desde sus ancestros, a la nieve perpetua de la Gran Siberia. Todos los miembros de la sociedad científica asumimos sin reticencias aquel inserto, porque era indiferente para nosotros que los ojos de aquellos lejanos cazadores de elefantes siberianos, fueran amarillos, violetas, pardos o rojos como candela.

Este singular aserto no tendría importancia para mí si no fuera porque hace poco, el licenciado Serapio Salinas, un historiador peruano que realizaba estudios en el Altiplano de su país y que se proclamaba y, no sin manifiesto orgullo, ser discípulo de Arthur Posnansky, me hiciera llegar por internet una larga nota respecto de los tiwanakus. Está demás decir que los estudios realizados por Salinas estaban fuera del entorno del Círculo Histórico de Wisconsin. La carta aquella fue escrita exactamente veinte nueve días antes de que un cáncer letífero, desgraciadamente para mí, se lo llevara de este mundo.

Puede resumirse el discurso de Salinas en los siguientes puntos. Primero: Que Tiwanaku fue cuna de la cultura americana con una antigüedad de 14,000 años y, además, centro de un imperio megalítico muy desarrollado, de vasta influencia en los territorios de Perú, Bolivia, Chile y Ecuador. Segundo, que la lengua general de los tiwanakotas era el pukina. Tercero, que la opulenta y pedante nobleza que gobernó por siglos el imperio de Tiwanaku no sólo era inteligente y atlética, sino que tenía los ojos escarlatas como una seña indeleble que se trasmitía de padres a hijos. Cuarto, que estos ojos colorados podían ver en la lobreguez de las noches y se configuraban como armas mortales contra los reinos enemigos y, que son los mismos ojos escarlatas que están como brasas ardientes en los ojos de los felinos que aparecen en algunos de sus ceramios como los  “vasos timbales” y sus famosos sahumerios.

Los miembros del Círculo Histórico de Wisconsin han refutado desde un principio con argumentos irrebatibles la tesis de que Tiwanaku fuese la cuna de la cultura americana y que, en honor a la verdad, esta hipótesis pertenece a Arthur Posnansky, el maestro y guía de Serapio Salinas. El resto de la información se considera original y ha ganado credibilidad entre los miembros de mi “Círculo” y en otros arqueólogos con quienes hemos compartido, vía Internet,  los aportes de este ilustre peruano.

Hay varios asuntos del poblamiento de América y del Tiwanaku que aún no están claros para mí.  No puedo concebir que aquel megaimperio haya desaparecido casi sin dejar rastros, como si hubiese sido  tragado por la tierra, de modo violento en el último minuto de su historia o, como si se hubiera transportado de emergencia, por alguna razón misteriosa a un remoto planeta del sistema solar. Con mucha franqueza, los restos arqueológicos que se ubican en el centro ceremonial de Tiwanaku, al sur del lago Titikaka, cerca de Akapana, Kalasasaya y Pumakunko; inclusive,  los frisos tallados de la Puerta del Sol, no me dicen mucho, no satisfacen mis expectativas. Y creo que sobre este punto, el Círculo Histórico de Wisconsin, tiene la obligación moral de continuar sus investigaciones. Y no dudo que lo hará. Sé que más temprano que tarde daremos al mundo una información más completa sobre el Tiwanaku y el poblamiento de América.

Para febrero del 2003 se ha  convocado la próxima reunión del Círculo Histórico de Wisconsin en los claustros de la Universidad de Harvard, en cuyo Museo de Antropología se encuentra todo el material excavado por Alfred Kidder en el centro ceremonial de Tiwanaku, allá por 1939 y 1940. Llevaré conmigo algunas conclusiones de trabajos dispersos que vengo haciendo en San Miguel de Tucumán, donde he anclado por algún tiempo y frecuento el cuartucho de Rivadavia 2217 de mi amigo Fernán.  No tengo ninguna duda de que una de mis tesis generará las mayores controversias de los últimos tiempos. Sospecho que mis asertos conmoverán el mundo y a la comunidad científica internacional tanto como un cataclismo. Tengo casi resuelto la cuestión del poblamiento de América y; en lo otro, en aquello que me ocupa en interminables horas de trabajo y que se ha constituido, prácticamente, en la razón de mi existencia, seguro estoy que usted ya intuye qué argüiré para demostrar que el bienamado poeta tarapaquense Fernán Huamán de los Heros es, a no dudarlo, el último descendiente de aquella gloriosa estirpe de los ojos colorados.
                                                                                    FIN

(*) Publicado en Los Andes, diario de Puno, el  04 -11 -2011