viernes, 2 de julio de 2010

ES SALUD DE PUNO Y LA INSEGURIDAD DE LA SALUD

Escribe: Escribe: Feliciano Padilla / http://www.felicianopadilla.blogspot.com

Últimamente esta institución viene mostrando una serie de falencias que ponen en grave riesgo la salud de sus asegurados. Me parece que la raíz de todos los problemas radica en la categorización del hospital de Salcedo; lo cual tiene implicancias en los servicios especializados, exigua dotación de medicamentos, cantidad deficitaria de camas de hospitalización, cantidad insuficiente de médicos que no se condice con la numerosa población de asegurados, falta de equipos de alta tecnología, etcétera.

A estas debilidades de la institución hay que añadir, ahora, otras de carácter burocrático que empeoran el servicio, ponen de manifiesto la inseguridad de la salud y dañan su imagen como institución. Tenemos, por ejemplo, la instalación de los “famosos módulos” que, seguramente fueron creados para mejorar la calidad del servicio, pero que, en la práctica, crean más inseguridad y deterioran la calidad de la atención. En realidad están reproduciendo lo que antes hacía una ventana de atención y dos cabinas de teléfono en las que los asegurados obtenían sus citas médicas. Las señoritas de estos módulos, además duplican el trabajo que antes se hacía en Farmacia donde existía y existe una base de datos sobre medicinas y sobre atenciones de los pacientes. Significa esto que la presencia de estas servidoras en los módulos implica un gasto que los asegurado no estamos en condiciones de pagar porque son innecesarios. Si agregamos a ello, la falta de educación para atender y el modo cómo responden a los pacientes cuando reclaman sus derechos, se completa un cuadro grave que la dirección y la gerencia deben solucionar en el más breve tiempo. No se puede admitir que ellas contesten indicando que también son aseguradas. Claro, como están trabajando por favor de algún “todopoderoso” un lapso de cinco meses y les descuentan por seguro social, se han convertido, como por milagro, en aseguradas. ¡Qué bonito!

Otro aspecto es lo que sucede en “almacén” o lo que se llame, donde la funcionaria no prevé la dotación de fármacos para los pacientes que reciben tratamiento mensual. He visto llorar de impotencia, por esta causa, a personas de tercera edad, lo cual es imperdonable. Que a mí me traten así, no hay problema porque yo vivo de la venta de mis libros y de mi sueldo de catedrático en la universidad. Puede creerse que escribo esta nota porque tengo ojeriza. No la tengo. Yo guardo mucho respeto a esa institución y expreso mi reconocimiento al servicio que me prestan los médicos y enfermeras. Pero, si hay que hacer un reclamo contra Farmacia hay que hacerlo.

No voy a usar la historia de otro paciente para fundamentar las fallas de “almacén” o lo que se llame; sino la mía, a fin de que las servidoras aludidas tomen acciones judiciales contra mi persona, si hubiere justificación para hacerlas. Yo soy paciente de insuficiencia renal crónica, por tanto, padezco una enfermedad terminal y no puedo subsistir sin medicarme todos los días y sin hacer una dieta adecuada. Me administran valsartán, enalapril y diltiazem para controlar la hipertensión y postergar un poco mi paso a diálisis. La enfermera de “Programas” me entregó mis recetas el día 29 de junio porque ese día debían entregarme mis medicamentos; pero, inexplicablemente no había en farmacia y me programaron para entregarme diez días después. Si no tomo mis medicinas, en dos días estoy con una crisis y recibiendo diálisis o yéndome al cementerio. ¿Es eso seguridad?

Los funcionarios deben prever estos incidentes Y eso pasa con muchos pacientes que tienen que verse obligados a quedarse con la boca callada porque, sino, son víctimas de maltrato de las servidoras. Algo más: Se debe agregar los quince o más días a partir de la llamada telefónica que las señoritas de los módulos nos programan para cualquier atención médica, con grave perjuicio de los pacientes, ya que hasta entonces habrán desparecido los síntomas básicos de las enfermedades estacionarias –claro está- si es que uno no se ha muerto.

La Defensoría del Asegurado debe tomar en sus manos estas falencias que anoto y resolverlas porque es el órgano de apoyo de la presidencia ejecutiva y de la gerencia, cuyo propósito es proteger los derechos de los asegurados y vigilar el cumplimiento de las obligaciones, principalmente, del personal administrativo.

Por otra parte, parece ser que el Hospital II de Puno viene siendo postergado por los funcionarios de Lima en su equipamiento. En otras ciudades se construyen hospitales modernos, se entrega equipos de alta tecnología para detectar cáncer y enfermedades gastrointestinales. Estos equipos van desde resonadores magnéticos, cámaras gamma hasta tomógrafos computarizados y otros que, por ser lego en la materia, desconozco. Es hora de que los asegurados digan algo, que la prensa empiece a trabajar porque Puno merezca lo que tienen otros hospitales de Es salud. Hay mucho más por decir; sin embargo, pongo punto seguido a este tema.



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