jueves, 10 de junio de 2010

La crisis de la universidad peruana

Los parámetros de acreditación de las universidades han sido modificados por la globalización y los requerimientos de los países hegemónicos. Han quedado atrás referentes considerados básicos relacionados con la logística, ratios, infraestructura, proyección social, cantidad de graduados y afines. De acuerdo al ranking mundial 2006 Jiao Tong, Shanghai denominado “Academic ranking of Word Universities 2006” y The Times Education Supplement 2006 de Londres, los criterios técnicos fundamentales de evaluación fueron cinco: a) Sus premios Nobel. b) Sus investigaciones altamente citadas. c) Artículos publicados en las revistas Nature y Science. d) Artículos en el “Science Citation Index Expanded y en “Social Science Citation Index. e) Producción y desempeño académico de los profesores. Los demás indicadores han sido estimados como complementarios.

El ranking es desastroso para América Latina y el Perú: De las cien primeras universidades del mundo 58 son norteamericanas, 33 de Europa, 09 de Asia Pacífico y ninguna de África y América Latina. Entre las universidades más conocidas citamos a Harvard University (USA) en el primer lugar, Cambridge University (Inglaterra) en el segundo lugar, Oxford University (Inglaterra) en el tercer lugar, Massachutts Institute of Technology (USA) en el 4to lugar, Yale University (USA) en el 5to lugar, Beijing University (China) en el 14 lugar, Australian National University (Australia) en el 16, University of Toronto (Canadá) en el 27, Kyoto University (Japón) en el 29, Ecole Polytechnique (Francia) en el 37, Indian Institutes of Technolgy (India) en el 57, Heidelberg University (la primera de Alemania) en el 58, Lomonosov Moscow State University (Rusia) en el 94 lugar y; Pennsylvania State University (USA) en el lugar 100.

De acuerdo al ranking mundial, América Latina aparece recién entre las 200 primeras universidades del mundo con tres universidades: Universidad de Sao Paolo (Brasil) en el lugar 143, la Universidad de Buenos Aires (Argentina) en el lugar 167 y; la Universidad Autónoma de México en el lugar 185. Hasta aquí ninguna universidad peruana aparece ni siquiera en el ranking de las 300 mejores universidades del mundo. Los especialistas han demostrado hasta la saciedad que hay una relación directa entre el PBI, la inversión en investigación y el desarrollo de las universidades. El crecimiento económico es clave para la inversión en universidad e investigación, que deben convertirse en aliadas del desarrollo nacional de un país.

En el Perú se ha creado el SINEACE (Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa), ley 28740. La ANR está empeñada en llevar adelante este proceso, aunque todavía no hay reglas fijas y se están trabajando con parámetros estandarizados para la región, lejos de las exigencias utilizadas en el ranking mundial. El Dr. Piscoya realizó un estudio piloto en el 2007, cuyos resultados (manejados por la ANR) son los siguientes: Universidad Nacional Mayor de San Marcos en el primer lugar, Pontificia Universidad Católica del Perú en el segundo lugar, Universidad Peruana Cayetano Heredia en el tercer lugar, Universidad Nacional Agraria en el cuarto lugar, Universidad Nacional del Altiplano en el quinto lugar, Universidad del Pacífico en el sexto lugar, Universidad Nacional de Trujillo en el séptimo lugar, etcétera.

No obstante ello, estos datos no debe llevarnos a maquillar la verdadera naturaleza de la universidad peruana porque la evaluación no ha sido exigente ni se ha tomado en cuenta los estándares internacionales de medición. Claro que las realidades y los presupuestos son diferentes, pero, nos pueden servir de referentes. Lo cierto es que el sistema universitario peruano sufre una de sus peores crisis estructurales, con alguna diferencia de gradación entre universidades privadas y estatales. Se trata de una crisis presupuestaria, organizativa y moral que inmoviliza el funcionamiento del sistema como un órgano vivo, dinámico y prospectivo, en cuanto interactúan en ella seres humanos para producir nuevos conocimientos. Hoy en pleno siglo XXI, la universidad, siguiendo los postulados del siglo XIX, supone que su principal función es formar profesionales, convirtiéndose, por tal razón, en una simple fábrica, cuando lo que debe hacer es generar nuevos conocimiento y en ese proceso formar los profesionales que el país requiere para su desarrollo. ¡La universidad que no investiga no es una verdadera universidad! ¡La universidad es lo que publica! Si la universidad no publica, no existe para la sociedad, y menos para la comunidad científica.

La crisis estructural de la universidad peruana tiene como causa principal la falta de un plan estratégico de desarrollo universitario ligado al desarrollo del país y, también, al presupuesto irrisorio que se asigna para su funcionamiento. Los distintos foros y mesas de discusión recomendaron que el Perú destinara a la educación no menos del 6% de su PBI; que anualmente fuera creciendo en un 0.5%. hasta alcanzar el porcentaje recomendado. El Ejecutivo presidido por el Dr. Alan García y el Parlamento Nacional trabajan en sentido contrario. Priorizan gastos relacionados con políticas efectistas e intrascendentes y, recortan el presupuesto de la educación peruana, específicamente, el destinado a la universidad. El recorte en la educación y el sistema universitario es un delito de lesa cultura; sí delito, porque se está incumpliendo la ley y se golpea impunemente al sector pensante de la sociedad peruana. Sin embargo, nada es casual en política. La política neoliberal tiene por objeto convertir al país en una sociedad consumista o consumidora de los productos, insumos, ciencia y tecnología producidos por el capital hegemónico. ¿Qué pasaría si nosotros en lugar de comprar conocimientos nos convirtiéramos en productores de conocimientos? Estaríamos contra los intereses del imperio y eso no puede ser. Con seguridad, en esta respuesta se encuentra la explicación de por qué se recorta nuestro presupuesto. La tendencia del gobierno es privatizar todos los servicios y achicar el rol del estado en la conducción de las actividades estratégicas y complementarias del desarrollo en general. La orientación del gobierno es la privatización del servicio universitario. Ya lo están haciendo: Cerca del 44% del presupuesto destinado a la universidad no proviene del tesoro público, sino de los recursos directamente recaudados. El estado obliga a las universidades a solventar sus gastos vendiendo pescado, pollo, gasolina, pan, torta, etcétera, cuando lo que debe hacer es investigar y enseñar cómo se hace empresa y, no competir deslealmente, con ella. Así, la universidad languidece en sus propias contradicciones y limitaciones, sin bibliotecas actualizadas, sin laboratorios, sin tecnología para el proceso enseñanza-aprendizaje, sin infraestructura suficiente, con profesores mal remunerados y una superpoblación estudiantil desmotivada porque falta trabajo en el mercado.

Por otra parte, la inversión en ciencia y tecnología es un indicador importante que nos dice cuánto se está pensando en universidad e investigación. La inversión debería realizarse directamente en las universidades como fuentes generadoras de nuevos conocimientos o, de manera mixta, por medio de la universidad y una institución administradora de estos recursos, como sucede en el Perú. La inversión mundial para la investigación en el año 2003 fue de 860,000 millones de dólares. En ese mismo período, la inversión para la investigación en el Perú fue de 284 millones. Estados Unidos invirtió 905 veces más que el Perú, Japón 364 veces más, Alemania 178 veces más, Francia 123 veces, Brasil cuarenta veces más y Argentina 7 veces más. Ha pasado cinco años, la inversión en los demás países, incluido Chile, ha crecido considerablemente y en el Perú avanzamos cuesta abajo a pesar del crecimiento económico, que se encuentra sobre el 9%. Los países latinoamericanos y muchos de Europa y Asia envidian este notable crecimiento. Es más, la universidad no ha superado hasta hoy la organización fragmentaria de la producción y difusión del conocimiento, que sigue segmentado por especialidades. Hay una incapacidad generalizada de comprender la verdadera función de la universidad por cuanto la investigación y la formación que efectúa deberían convertirse en herramientas para el diseño y la implementación de las políticas públicas.

Por otro lado, la crisis moral es responsabilidad del Estado y de la misma comunidad universitaria. Privilegiamos nuestros intereses grupales por sobre los intereses de la universidad. Ojalá pudiera tratarse de intereses políticos para combatirlos políticamente. Sería preferible porque se sabría a dónde quieren llevar a la institución, pero, no. En muchas universidades se han enquistado intereses de grupo a nivel de los tres estamentos. Se trata de unas 20 personas a lo más, que se han apoderado del poder de las niversidades. Se encaraman en el poder utilizando las patrañas más censurables donde la calidad académica importa poco. Los estudiantes y los docentes que son los que eligen a las autoridades de la “alta dirección” son objetos de compra-venta, porque sus votos están condicionados a las prebendas y a los pagos con cargos de funcionarios o, computadoras, celulares y asignaciones pecuniarias cuando son estudiantes. Sobre estas “alianzas estratégicas” se levanta una malla invisible de corrupción que todos conocen, pero que nadie se atreve a decir una palabra. Así la universidad peruana se encuentra atrapada en sus propias redes. Los estudiantes y docentes que no participan en las movilizaciones programadas por el gremio de profesores para la defensa de sus derechos son, precisamente, los que no desean el cambio, porque al no cambiar la universidad no cambiará su actual estatus personal y grupal. Es triste decirlo, pero, de esta manera la universidad peruana, a pesar de los esfuerzos de un sector de la docencia, ha perdido gran parte de su valor y su sentido.

Con motivo del aniversario de la Universidad Nacional del Altiplano (2008) se publicó en Los Andes una entrevista al Dr. Lino Aranzamendi Ninacóndor, autor del libro “Diseño y proceso de la investigación jurídica” (Lima 2005) y coordinador de la Maestría en Derecho de la UANCV. La conversación, entre otros aspectos, subraya una opinión de Aranzamendi, quien afirma que los docentes y estudiantes de la UNA son mediocres. Si tenemos en cuenta los estándares internacionales de medición y el ranking mundial y nacional a los cuales hice alusión anteriormente, no hay por qué enojarse, ni lanzar gritos al cielo. Mediocridad, en concreto, significa medianía, es decir, lo que no está muy arriba ni muy abajo; vale decir, en el Perú, lo que no está entre los cuatro mejores ni entre los cinco peores. Sin embargo, hay que decirlo de una vez por todas, hay profesores más mediocres que otros, de la misma forma que hay universidades más mediocres que muchas. Esto no es un consuelo para la UNA, ya que es menester admitirlo que muchos docentes pierden presencia y piso apenas salen de los linderos de la universidad y no comparten sus conocimientos con la sociedad

Finalmente, debemos destacar que en el último quinquenio las universidades peruanas, nacionales y particulares, han alcanzado niveles académicos de formación docente notables. Hoy, al empezar el 2009, casi el 80% de la docencia en la UNA es magíster y doctor o, magíster, simplemente, lo cual indica una cantidad apreciable de académicos. De esta manera se ha cumplido con la primera etapa de la actualización. Falta que nuestros maestros y doctores sean verdaderamente académicos y se dediquen a la investigación y producción intelectual y se midan, en igualdad de condiciones, con sus pares de otras universidades en programas de pasantía e intercambio de docentes. La obtención de los postgrados no debe quedar simplemente en la obtención. Hay necesidad de que se comprenda que 4 semestres para la maestría y 4 semestres más para el doctorado no son suficientes. Se debe alcanzar un grado de compromiso con la lectura y producción de libros ¿Cuántas horas del día dedica un académicos a la lectura, cuántas horas a la investigación y cuántas a la producción de artículos, ensayos y libros? La respuesta nos proporcionará un concepto cabal de lo que somos y de lo que queda por hacer si reconocemos nuestras limitaciones. Lo demás es intrascendente. No importa aquí la universidad que confirió el grado, o que el grado sea antiguo; los académicos se ven en la investigación y la producción intelectual. Importa cómo nuestras investigaciones son citadas por investigadores acreditados, cómo nuestros artículos se publican en las revistas Nature y Science, cómo hacemos para que nuestros ensayos sean aceptados en el “Science Citation Index Expanded y en “Social Science Citation Index. o en cualquier revista peruana indexada, interesa que nuestra producción intelectual y desempeño laboral trasciendan las fronteras de nuestra universidad, importa cómo programamos la educación virtual e-learning a nivel pre grado y post grado con campus virtuales, evaluación on line, y una metodología modular multimedia. Finalmente, estamos conscientes de que la acreditación de las Escuelas Profesionales, Facultades y la propia Universidad puneña tendrá que hacerse bajo los parámetros de la Región. Pretender acreditarnos con los criterios establecidos por estándares asiáticos, europeos o norteamericanos es simplemente una utopía. Para llegar a la cuarta parte de la acreditación de estas universidades necesitaríamos dejar sin presupuesto a la defensa nacional, educación, salud y otros servicios. Oiga: Nunca es tarde para autorregularnos, cambiar de actitud y avanzar con pie firme.

BIBLIOGRAFÍA:
1. Institute of Higher Education (2006), Academic Ranking of Word Universities de la Shanghay JiaoTong University, Shanghay.
2. The Times Education Supplement ( 2006) Universidad de Londres.
3. Asamblea Nacional de Rectores (2006,2007), Documentos oficiales, Lima
4. Flores Arocutipa, Javier y Guevara Gómez Hilda (2007) “Sociología de la Educación Superior (Paradigmas y Realidad), Tacna.

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