domingo, 5 de diciembre de 2010

PADILLA: EL PESCADOR DE LUCEROS

Escribe: Jaime Pantigoso Montes (*)

En esta oportunidad quiero comentar el libro de narrativa “Pescador de Luceros” del escritor Feliciano Padilla Chalco, narrador abanquino-puneño, como dice en la solapa del libro. No sé cómo resolverá la cuestión de pertenecer a dos patrias chicas, aunque tal vez, sea como tener dos madres, que en este caso debe ser para Feliciano fuente de grandes satisfacciones, porque le permite una visión privilegiada desde dos espacios geográficos, históricos, culturales y hasta lingüísticos diferentes, pero no distintos, pues son parte de una misma realidad lacerante que, a veces es nuestra patria.

Sin embargo, debo comenzar mi intervención refiriéndome a otro libro, más bien a otros dos libros recientemente publicados en nuestro medio. Me refiero, en primer lugar, a “Pachaticray” (El mundo al revés) y a la “Antología: Cincuenta años de narrativa andina” del crítico norteamericano Mark Cox que publicó la Editorial San Marcos de Lima.

La mención no es gratuita porque sucede que después de haber leído el primer texto, vale decir “Pachaticray”, y de este libro, aquel capítulo que está referido a los testimonios, que dicho sea de paso -quizá sea la parte más importante de este libro de Cox- , hizo que inmediatamente asociara esas historias reales o testimonios sobre nuestro pasado reciente, con un manojo de cuentos que había leído una semana antes. Es decir, había leído en el libro de Feliciano Padilla trece cuentos que pusieron ante mí un retazo de nuestra realidad y que la lectura del libro de Cox me hizo evocar. Trece cuentos, número cabalístico que también me permitió asociarlo con “Esos Trece”, famoso libro de cuentos que publicara William Faulkner en 1931.

Ahora bien, la pregunta es el porqué de esta asociación. Y creo que la respuesta se encuentra en que, en general, en la literatura de Feliciano Padilla corre ese río, casi subrepticiamente, con esa pasión con que se dan nuestras relaciones que muchas veces, más de las que serían de desear, han esculpido trágicamente los rasgos de nuestro pueblo, quizá desde tiempos que se pierden en la historia.

No es que esté diciendo que la literatura de Padilla en general y, específicamente, el libro que comentamos sea una literatura exclusivamente sobre la violencia; sino que su manejo y conocimiento de los mundos donde se mueve le permiten percibir estas condiciones en las cuales nosotros los andinos nos relacionamos y que él las vuelca en sus relatos. Quizá es mi particular manera de ver; creo que hasta nuestros amores están sesgados por un halo de violencia, como cuando nos cuenta, por ejemplo, la historia de Linda Vértiz o del Viejo Miguel.

Por otro lado, y por lo que dije al inicio de esta intervención, la visión privilegiada de Padilla es abarcadora y le permite mostrarnos en sus historias todas las escalas del espectro de nuestro país; espacios, tiempos, sicologías están presentes en este libro, así como en sus otros libros.

Sí, pues, “Pescador de Luceros” es un libro, en realidad pequeño, pero que muestra una intención total y totalizadora, donde Feliciano busca quizá lo absoluto, intentando vencer el olvido de aquello que las historias oficiales niegan; es decir, lo cotidiano, lo que está cerca de nosotros. Y como en los anteriores libros el autor ha interpretado las reglas esenciales y el devenir histórico de su pueblo andino, acompasado con los ritmos de su propio pulso y respiración y, mojado por el licor que en algunos cuentos beben sus personajes desde la copa de la vida misma.

Así el mundo de la delincuencia del narcotráfico está en “Viento en popa”; el destino trágico que acompasa algunas vidas, en “Mula pajarera” y en “Hermann Bütner no se rinde, carajo”; los rasgos de una relación de servidumbre como rezago de tiempos ya pasados como fue el sistema de haciendas y, la supervivencia de esta dominación en tiempos recientes como sucedió en la aciaga época de la violencia en las décadas del ochenta y noventa, en el cuento “Ellos son de otra raza, hijo mío”; el sustrato mítico de la cosmovisión andina, en “El retorno de Qori Challwa”, cuento que indefectiblemente nos refiere a ese otro gran libro collavino que está todavía por develarse, acaso porque su signo totalizador es un obstáculo para alcanzar su profunda significación, me refiero a “El Pez de Oro” de Gamaliel Churata.

La recreación de la historia de un personaje que junto a Francisco de Carvajal, fueron, según Ricardo Palma, seguramente, los más impresionantes y seductores de la conquista, sin olvidar su vesania y signo trágico. Me estoy refiriendo al cuento “Viaje a la inmortalidad”, donde se recrea un momento de la vida de Lope de Aguirre. Incluso, en este libro de Padilla se asumen historias tan originales no necesariamente convencionales, como en los cuentos “La gloriosa estirpe de los ojos colorados” y “Feroz persecución”. Podríamos seguir develando más símbolos, pero será mejor que yo no se los cuente, sino, que lo comprueben ustedes mismos leyendo el libro.

En cuanto al segundo libro de Mark Cox, me refiero a la “Antología Cincuenta Años de Narrativa Andina”, debemos reconocer que esta selección como toda antología es subjetiva. Sin embargo y que por mucho que los antologadores se apoyen en los criterios teóricos del análisis literario más elaborados o que, desde otra perspectiva, se dejen llevar por sus propias intuiciones, preferencias, odios, o animadversiones, de los cuales hay muchos ejemplos en nuestro medio, hay ciertos autores, poetas o narradores que no pueden dejar de ser mencionados en tales antologías, a riesgo de dejar de ser eso que pretenden ser.

En el caso de “Cincuenta años de narrativa andina”, el objetivo de su autor como lo dice Ricardo Vírhuez Villafane es “mostrarnos la riqueza y complejidad del universo literario de los Andes, curiosamente el sector menos presente en el canon literario criollo y sin embargo el más auténtico, intenso y dinámico de la literatura peruana”. No obstante, según quien lo lea, quizá falten muchos o pocos y, seguramente, sobramos algunos.

Pero, en cuanto a la inclusión de Feliciano Padilla Chalco en esta antología, no es sino, una muestra del conocimiento que Mark Cox tiene de la literatura peruana, no sólo andina, sino, peruana en todo el sentido de la palabra; precisamente porque la literatura que practica el autor de “Pescador de Luceros” es una literatura auténtica, intensa y dinámica. Auténtica porque es una literatura que nos permite entrever la realidad a través de las rendijas de su escritura, como quería José Ortega y Gasett que fuese la literatura. Es una literatura intensa por la vehemencia que pone al describir sicologías y hechos y; finalmente, dinámica porque las técnicas que maneja siempre son nuevas, siempre son distintas, entre cuento y cuento, o de libro a libro.

Y estos rasgos no sólo son una característica de este libro, sino que es una constante de su narrativa desde “La estepa calcinada”, pasando por “Polifonía de la piedra”, “Amarillito amarilleando”, por citar sólo algunos hasta llegar a este libro.

Finalmente, estamos seguros que en el futuro Feliciano Padilla nos alcanzará otros libros, otros cuentos, desde donde podremos otear con mejor éxito el mundo ... nuestro mundo. Su vocación de escritor y su personalidad de soñador así lo prometen.

 (*) Jaime Pantigoso es profesor principal de literatura de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco y destacado representante de los narradores cusqueños que emergieron después de los ochenta. Publicó el libro de cuentos “Y se fue con el viento”, Lluvia Editores, Lima 1998. Fue ganador Premio Copé de Plata de la Bienal de Cuento 1994.

jueves, 25 de noviembre de 2010

CARABAYA: PAISAJES Y CULTURA MILENARIA

Escribe: Feliciano Padilla

Este es el título de una monumental publicación de 325 páginas financiada por la Municipalidad Provincial de Carabaya y por el gobierno del Estado de Vorarlberg/ Austria, debidamente ilustrada, acerca de la provincia de Carabaya, que últimamente viene circulando en las instituciones públicas y privadas de Puno, así como entre los principales intelectuales del país.

La autoría le corresponde a Rainer Hostnig, un prestigioso investigador nacido en Austria, en 1949, quien se hizo famoso en la comunidad científica a raíz de sus estudios del arte rupestre peruano iniciados desde la década del 80 y, particularmente, desde 1985, año en que Rainer Hostnig empieza a realizar investigaciones en nuestro país. Como fruto de este arduo trabajo publicó un libro con el título de “El arte rupestre del Perú: inventario nacional”, una obra enciclopédica de enorme importancia, que actualmente ocupa un lugar especial en la Biblioteca Nacional del Perú. Luego viene sus investigaciones en la amazonia peruana y su obra “El arte rupestre de Pusharo”. Pusharo es un escenario rupestre extraordinario de la selva amazónica de Madre de Dios. Le anteceden y continúan a este libro muchas obras dentro y fuera del país, particularmente las que realizó en Guatemala. Por estas razones, Rainer Hostnig no es un viajero curioso o un autor improvisado, sino, alguien que sabe lo que hace y lo que busca, consciente de que sus logros han de redundar en beneficio de la ciencia y del desarrollo de los pueblos.

Mancy Rossel Angles, la alcaldesa actual de Carabaya que cofinanció la edición de esta obra monumental, también es una profesional muy reconocida en el magisterio puneño. Éramos jóvenes en la década del ochenta y fue en esa época que la veía de continuo en manifestaciones y huelgas defendiendo con lealtad los derechos de los profesores y enfrentándose con valentía ante la prepotencia de los gobiernos de entonces. No sé qué obras materiales habría hecho Nancy Rossel durante su período como alcaldesa. Estoy seguro que las carreteras y los puentes que construyó se deteriorarán y hasta se caerán con el tiempo. Pero, esto que ha hecho Nancy Rossel, que es el alma de Carabaya, no morirá jamás. Si los alcaldes pensaran un poco, solamente un poquito como Nancy, habrían hecho cien veces más que los parques que construyen, mil veces más que las calles que pavimentan. Sin embargo, comprendo que eso es pedir peras al olmo. Es más, los alcaldes creen que los seres humanos sólo nos alimentamos de elementos materiales y, nada más. Las necesidades del espíritu y el alma del pueblo, cuyas soluciones serían el soporte de cualquier progreso económico nunca son tomados en cuenta. Y como se necesita tan poco presupuesto para trabajar en esta línea, pareciera que los regidores no le dan importancia porque a tan poco dinero no habría como sacarle ninguna tajada; en cambio, al presupuesto de una obra grande de infraestructura, sí. Quizá esta sea la explicación más racional de por qué los alcaldes no dan ninguna importancia a obras relacionadas con la cultura.

“Carabaya: paisaje y cultura milenaria“ comprende 10 capítulos aparte de una información turística que se encuentra en ANEXOS y, naturalmente, concluyen con el glosario y la bibliografía correspondiente. Los capítulos tienen los siguientes títulos: Contexto geográfico y socioeconómico, sinopsis bibliográfica, contexto histórico, patrimonio arqueológico, patrimonio arquitectónico virreinal y republicano, las montañas sagradas, los bosques de roca (caprichos de la naturaleza tipo Tinajani), minas y lavaderos de oro, el patrimonio biológico y, finalmente, técnicas y ceremonias agropecuarias ancestrales.

No puede decirse qué capítulo es más importante que otro. Todos contienen una información valiosa. Constituyen elementos imprescindibles de la estructura textual. Vale decir, le dan un carácter sistémico, en tanto que, sin uno de ellos, le faltaría organicidad y unidad.

La obra tiene un carácter científico innegable. Si examinamos el capítulo II, cuyo título es “Sinopsis bibliográfica” y la bibliografía general que está en la última parte del libro, no podemos sino que admirar la rica e importante bibliografía revisada que viene desde los cronistas Garcilaso de la Vega, Guamán Poma, Santa Cruz Pachacuti, pasando por todos los estudiosos de nuestra cultura milenaria hasta la inserción de los trabajos de investigadores extranjeros que llegaron a Macusani con el fin de estudiar su geografía y su cultura, tales como Raimondi, NordenskiÖld, Evelyn Ina Montgómery, Alain Deletroz Favre, Jean Louis Christinat, Dominique Hervé, Bruce Graham y muchos más. Esta relación de investigadores y libros y, la bibliografía presentada, le otorgan un carácter serio, técnico, que le asegura un lugar especial en la comunidad científica.

“CARABAYA: Paisajes y cultura milenaria” es una información científica apoyada por un material fotográfico impresionante, tan valioso como la misma información textual, así como por ilustraciones, mapas y croquis, a todo color. Las fotografías pertenecen a los archivos de Rainer Hostnig y otras fuentes cuyos créditos se mencionan al final del libro. Las fotografías por sí solas son dignas de permanecer en un museo, pero, gracias a la tecnología, ahora, podemos verlas a lo largo del libro. También, es importante mencionar que pude encontrar un autorretrato de Martín Chambi (años 40 del siglo pasado) posando en la localidad de Coaza, su pueblo natal.

Gracias a esta obra se confirma nuestro conocimiento de que Carabaya posee un legado arquelógico, histórico, cultural y natural de riqueza envidiable. Se constata por la exposición y la presentación de fotografías, un arte rupestre milenario, restos de aldeas y pueblos fortificados, construcciones funerarias, caminos empedrados, puentes de piedra y andenerías que nos hablan del gran aporte de Carabaya en el desarrollo de la cultura altiplánica. La belleza física de Carabaya constituida por cordilleras, pampas y una selva exuberante; la gran riqueza mineral que guarda sus montañas sagradas y sus ríos torrentosos garantizan el desarrollo sostenible de esta provincia que, ahora, se encuentra abandonada por obra y gracia de los gobiernos de turno a nivel nacional y regional. Sin embargo, debe destacarse la lucha de los pueblos carabaínos por defender el territorio donde recrean su cultura desde hace miles de años. En realidad nadie se opone a la inversión que trae progreso bajo condiciones de seguridad ecológica de aquellos espacios, sino, a la voracidad desmedida de los capitales transnacionales que, en su intención de acumular más y más ganancias, arrasan el territorio y contaminan sus suelos, sus ríos, lagos y atmósfera, deteriorando y acabando poco a poco la vida de sus pobladores originarios.

Este libro le falta a la Región de Puno. Le falta a cada provincia. Es cierto, existen algunas monografías y esbozos históricos escritos en el siglo pasado o hace algunos lustros. Sin embargo, requerimos de un trabajo como este y, necesitamos, también, un investigador como Rainer Hostnig. Ojalá alguna vez. Entre tanto, felicitaciones para Rainer. Nuestro agradecimiento al gobierno del Estado de Vorarlberg/ Austria y, como no, felicitaciones a la alcaldesa Nancy Rossel Angles por haber comprendido la importancia de este libro colosal y por haberlo cofinanciado.

domingo, 14 de noviembre de 2010

LA PUNEÑIDAD DE FELICIANO PADILLA CHALCO

Escribe: Bladimiro Centeno Herrera
Escribe: Bladimiro Centeno Herrera

Cultural - 03:51h

He escrito algunos comentarios críticos sobre Feliciano Padilla. En ellos he enfatizado que es uno de los pocos escritores que ha asumido el compromiso vital con la literatura puneña, ha forjado su destino pensando en Puno, ha llevado el nombre de Puno a los circuitos culturales del país y extranjero, y ha evitado utilizar dicha identificación como un instrumento para la expresión de sus propias mezquindades y demagogias.

Feliciano Padilla no ha nacido exactamente en Puno. Pero ha forjado su puneñidad con mayor efectividad que otros académicos, escritores, intelectuales o políticos autoproclamados como hacedores de la sociedad altiplánica. En la Universidad Nacional del Altiplano, como en otras instituciones, se conocen incontables “defensores” de la puneñidad, de las instituciones puneñas, de la literatura puneña, de la academia altiplánica, de la cultura aimara, de la cultura quechua; pero apenas cruzan las fronteras de la región terminan negando su procedencia puneña.

En los periodos electorales, los que enfatizan el chovinismo puneño son aquellos que justamente corrompen las instituciones, reducen las discusiones académicas al insulto interpersonal, convierten los medios de comunicación como instrumentos del verdugo y destruyen a los personajes que desean honestamente contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida material, simbólica e institucional de la región de Puno.

Feliciano Padilla no necesita de tanto alarde de nacimiento biológico para comprometerse con el considerable aporte a la innovación académica en la Universidad Nacional del Altiplano, a la literatura puneña mediante narraciones y ensayos, a la tarea intelectual regional con reflexiones sobre temas culturales, sociales y políticos.

Feliciano Padilla ha publicado varios libros mediante los cuales expresa su compromiso con la identidad puneña o andina. Los cuentos reunidos en el libro “La Bahía” (Puno, setiembre, 2010), según las expresiones del mismo autor, responden justamente a este propósito: ofrecer un tributo a la ciudad de Puno donde ha invertido sus energías físicas, racionales y espirituales de una manera constructiva, sin mezquindades, ni exclusiones interesadas. Conforman el libro catorce cuentos que poseen como trasfondo el espacio del altiplano puneño y personajes extraídos del mismo escenario.

El epígrafe constituido por los versos de Lolo Palza Valdivia traducen los sentimientos con los cuales estructura el libro. Los versos dicen lo siguiente: “Si tuviera que decir adiós/ emprendería el camino de regreso…/ Si tuviera que dar la espalda/ a las últimas palabras/ regresaría sobre mis pasos/ para beberme de golpe/ este cielo y este lago”. Este es el sentimiento de pertenencia que configura su producción literaria.

En la dedicatoria, le rinde un justo homenaje a Puno, le ofrece un tributo necesario por todo aquello que ha significado vivir en esta ciudad, forjar su vida personal, familiar, académica e intelectual contemplando día tras día la bahía del lago Titicaca. Y expresa su gratitud a todas las personas que han contribuido con su vida, su trabajo y su compromiso puneño.

Los catorce cuentos seleccionados, corregidos, modificados y organizados dentro de una publicación relativamente orgánica tienen como referente geográfico la ciudad de Puno, sus personajes, sus problemas, sus tragedias, sus anécdotas, sus alegrías, sus penas y sus sueños. Sus cuentos nos muestran un espacio plural, diverso, complejo, humano, en el cual se cruzan voces, personajes, valores, mezquindades, identidades y realidades.

Frente a las posturas esencialistas, homogenistas, verticalistas, idealistas de la cultura del altiplano puneño, Padilla, con criterio más abierto, nos muestra un mundo diverso, intercultural, con personajes heroicos y antagónicos, sentimientos cósmicos y egocéntricos, logros y retrocesos sociales, expectativas y miopías políticas, optimismos y fatalismos puneñistas.

Estos universos narrativos se complementan con su libro titulado “Contra encantamientos y malos augurios” (Puno, 2009). En esos ensayos justamente propugna una construcción más racional de la identidad puneña, un compromiso más activo con la sociedad andina y precisa las diferentes responsabilidades existentes para todos aquellos que se atribuyan el rol de defensa de las condiciones de vida material, simbólica e institucional de los habitantes del altiplano.

En consecuencia, esta presentación, más que un trabajo crítico, es un tributo al autor por la amistad que supo brindar a los jóvenes escritores, académicos e intelectuales que establecieron algún compromiso con la identidad puneña. Un reconocimiento a su calidad de personas que supo brindarme una mano amiga cuando en ciertos episodios de mi vida, algunos personajes de la esfera académica y política pretendían exiliarme de mi condición aimara, excluirme de la Universidad Nacional del Altiplano y negar mi condición de aimara. Feliciano Padilla no pertenece a ese grupo de personajes que brindan alguna amistad o complicidad intelectual previo requisito partidario.

En la región de Puno, cuando se abre la boca, se grita el puneñismo, el andinismo, el aimarismo, el quechuismo con tanta vocinglería que pone en duda la identidad de los mismos cuando dichos discursos compatibilizan con sus praxis. ¿Qué significa ser puneño? ¿Basta abrir la boca para decir que uno es puneño? ¿Cuál es la diferencia entre la demagogia puneñista y el compromiso con la identidad puneña? ¿Cómo identificar a un personaje político, académico o intelectual con una identidad efectivamente puneñista?

En el corto periodo de tiempo que ejerzo la docencia universitaria y comparto los espacios culturales, sociales y políticos de Puno he podido constatar que muy pocos expresan su identidad puneña de una manera constructiva, permanente y progresiva. La gran mayoría que asume el rol de educadores, académicos o políticos asumen actitudes que van en detrimento de la identidad puneña, desintegran a la sociedad altiplánica y contribuyen al deterioro de la condición de vida de los habitantes del altiplano puneño.

Entonces, Feliciano Padilla expresa en sus cuentos, más allá de algunas fracturas estéticas, su identificación con la naturaleza, sociedad y cultura del altiplano puneño. Y nos demuestra que para construir la identidad puneña no hay que llenarse solamente de palabras la boca, sino asumir un nivel de compromiso y responsabilidad en el espacio, rol y criterio en el cual nos encontramos. La puneñidad se pone de manifiesto cuando emprendemos las tareas concretas de construir un bien físico, en articular un valor simbólico y contribuir al desarrollo de un proyecto regional con creatividad, racionalidad y corporatividad social.

jueves, 4 de noviembre de 2010

GARAÑÓN (*)

CUENTO
Por: Feliciano Padilla

Alipio Choquehuayta, suspendiendo sus congojas en un vacío indefinido, trata de comprender las causas de su reclusión, pero, no lo logra. No sabe exactamente cómo el burro más apreciado de su cabañuela pudo irrogarle tremenda desgracia. Desde su celda en la cárcel de Puno, alarga una mirada cuadriculada a través de la ventanilla y observa que en los demás pabellones y calabozos los presidiarios conversan animadamente. En cambio, él está a punto de estallar de cólera y muy triste por la suerte desventurada de su familia.

Al cabo de dos años por fin se realizaba la audiencia. Al principio, Choquehuayta, solo reclamaba la devolución de su querido pollino por parte del hacendado Cayetano Buendía; pero este se negaba, aduciendo que los daños causados por Garañón aquella tarde del 3 de noviembre de 1931, en su hacienda de Buenaventura, sobrepasaban el valor del burro, por lo que, sin más fallo que el de su propio albedrío se apoderó de Garañón.

El “Zorro” Mandujano, abogado de Choquehuayta, prestigioso leguleyo por sus célebres y estrafalarias defensas logró ampliar el caso para diez burros más.

-No se trata, señores magistrados, de uno, sino, de once burros si contamos a Garañón y a sus diez descendientes engendrados durante su cautiverio en la hacienda Buenaventura.

“El Zorro Mandujano nunca pierde y si pierde saca la mierda”, monologó recordando su participación en las gloriosas barras carolinas.

-Señores magistrados: Garañón, desde que se hospedó el 3 de noviembre de 1931 hasta el 25 de diciembre de 1933 en la hacienda Buenaventura consumió alimentos, junto con sus diez hijos, por la suma de mil soles. Si consideramos que cada burro cuesta 20 soles en cualquier feria, la diferencia determina quién paga a quién. Y está visto que Choquehuayta debe mil soles, que es el equivalente al precio de una casa. El precio de los once burros alcanza a 220 soles. Señor Juez, solo pido que se aplique la ley - terminó de argumentar el doctor Alzamora, defensor de Cayetano Buendía, exhibiendo una sonrisa victoriosa.



Garañón era un burro guapo y fogoso. Lo era realmente aquel fatídico 3 de noviembre de 1931. Con loable anticipación, don Celso Torero, director del colegio, y todo su personal, habían planificado las actividades de su fiesta patronal y, dentro de ellas, la famosa “entrada de qapos”. Aquel día los burros fueron concentrados en el patio central del colegio desde las catorce horas. A las dieciséis sería la procesión y la “entrada de qapos”. Los alumnos que los trajeron de sus estancias los miraban ahítos de emoción, imaginando cómo participarían sus animales. Son como cuarenta burros, dijo José, un profesor de gafas ahumadas que se apoyaba en la pileta aquella, tan famosa por ser el lugar preferido de los dirigentes que azuzaban las huelgas carolinas. El “Tarolas”, un muchacho alto y esmirriado que ocupaba el cargo de auxiliar de educación, apretando un cigarrillo con los dientes exclamó: Son exactamente cuarenta y siete burros. De más allá terció con agudeza el “Avo”, un profesor alto y narigón, ex alumno de otro colegio de idéntico nombre: No son 40 ni 47. Se trata de más de dos mil asnos si contamos a todos los que se debe contar. Nadie se enfadó Por el contrario, todos rieron a carcajadas, habida cuenta de que ellos mismos se sentían orgullosos de llamarse burros.

Las cuatro de la tarde: La procesión de San Carlos Borromeo ya debe comenzar. Una multitud enfervorizada circunda el patio de San Carlos: Damas, caballeros y alumnos pulcramente ataviados. De pronto, un burro joven y risueño, al compás de poderosos rebuznos y resoplidos empieza a alborotar la tarde: ¡Aaashi, aaaashi, aaaaashi! ¡Y arriba el burro!, sobre una, sobre dos y sobre varias burras con toda la dentadura blanca y brillante, carcajeándose con una mueca candorosa, blandiendo sus largas orejas y flagelándose con el rabo al ritmo de movimientos ondulantes. Las damas pegan el grito al cielo, lanzan jususmarías y se cubren la cara con las manos aunque con los dedos entreabiertos. ¡San Carlitos, castiga por piedad a este hijo de Satanás!

En aquellos momentos en que los estudiantes festejaban con silbidos e interjecciones la conducta indecorosa de Garañón llega don Celso Torero y con severos ademanes ordena que el personal de servicio y Enrique Bizarro, encargado de la “entrada de qapos” ponga coto a aquel espectáculo bochornoso. Pronto, el jumento es amarrado a un poste cercano a los portales del laboratorio. Y ahí está el burro sin saber por qué lo patean y lo azotan sin piedad. Con las orejas en alerta, absorto y con los ojos tristes, el pollino mira asustado su entorno; pestañea, a veces, para defenderse de las moscas y de los rayos solares.

Una vieja, la más cucufata del plantel, se le acerca y lo insulta: ¡Burro inmoral, cómo te odio! Garañón, sin saber qué hacer, levanta la cabeza y pestañea nuevamente como haciéndole guiños. ¡Hijo de Satanás!, vuelve a gritar la mujer.

Empieza la procesión. Están todas las autoridades del departamento. También se encuentran las cofradías en pleno: devotas de las congregaciones y penitentas de Santa Judi y Santa Periquita. Todos se encuentran con rostros adustos y en correcta formación de a tres. Hierve el parque Pino. Los alferados y las devotas cargan enormes cirios como troncos multicolores. Los precede un sacerdote joven y rubio, al parecer extranjero, pendulando el incensario y repitiendo letanías ininteligibles. Luego están las autoridades, los profesores, y más atrás, aproximadamente, dos mil estudiantes correctamente uniformados de beige comando. Adelante van los protagonistas de la “entrada de qapos”: cuarenta y siete burros vistosamente enjaezados y cargados de rajas de leña y charamusca que más tarde servirán para la fogata en el atrio del templo de San Juan.

La procesión avanza lentamente. Un airecillo frío de recogimiento satura el ambiente. Las ceras descomunales, los velos oscuros de las penitentas, el humo del incienso, el amén monótono de las autoridades, todo aquí otorga una especial circunspección al acto. Las andas relucientes de San Carlos Borromeo y de las santas que lo acompañan dejan atrás el Parque Pino y se aproximan a la Plaza de Armas. Al fondo puede verse la hermosa catedral y más allá el cerrito de Huaqsapata, desde donde Manco Cápac parece saludar al santo patrón. Cuando los burros y las autoridades desfilan frente al Palacio de Ayuntamiento la banda de músicos del ejército se esmera e interpreta: ¡Los peruanos pasan! La procesión atraviesa ahora el Palacio de Justicia. De pronto, otra vez el burro aquel: ¡Aaaaahi, aaaashi, aaashi! ¡Y arriba el burro!, sobre una, sobre dos y sobre varias burras que se derriten de vergüenza. “Secula, secolorum, amén” y otra vez aquella dentadura blanca y brillante; otra vez, como carcajeándose ingenuamente y cayéndosele la charamusca y los leños por la grupa. El escándalo provoca exclamaciones de horror entre las penitentas. El pueblo libera sus deseos reprimidos y festeja la ocurrencia a mandíbula batiente. Esta vez don Celso Torero logra acercarse a Enrique Bizarro y lo carajea disimuladamente conminándolo a llevarse el asno muy lejos. El burro es conducido de grado o fuerza desde la Plaza de Armas hasta el patio del colegio, donde se le amarra del poste con cadenas de acero para que no se escape otra vez.

Concluida la procesión empieza la fogata en el atrio de San Juan. Las autoridades departamentales y del colegio, así como los profesores celebran las vísperas de la fiesta patronal con algarabía indescriptible. Horas después, cuando Enrique y los encargados retornan al colegio a las ocho de la noche para devolver los burros a los alumnos, no encuentran a Garañón. Allí se complicó mi vida y la de aquel burro desgraciado, repetía Enrique Bizarro cada vez que lo interpelaban.

Y de veras, hasta ahora no se sabe exactamente qué palomilla pudo dar libertad a Garañón aquella noche del 3 de noviembre de 1931. Tampoco se sabe qué metiche de mierda – como solía decir Celso Torero cuando se acordaba del burro- pudo arrearlo hasta la parte alta de la ciudad, posibilitando que después invadiera la hacienda y se diera un banquete de rey y señor mío. Este es el inicio de la historia desventurada de Garañón que más tarde se complicó con su propia confiscación, con la numerosa prole que engendró, con el exorbitante “yerbaje” de que se le imputaba y con la prisión de su amo, don Alipio Choquehuayta.

Ahora, él se encuentra recluido en su celda y recuerda con rabia el día en que su hijo Germán Choquehuayta sacó al burro del corral y, también, aquel otro día en que lo reconoció en la hacienda de Buenaventurta después de dos años de considerarlo perdido. Carajo, mierda, solo mi “hechorcito” yo quería. Doctor Mandujano me jodió diciendo diez burros más ganaremos, a los hijos de Garañón recuperaremos. Al doctor Mandujano “Zorro” le dicen. Carajo, más bien, “Burro” Mandujano será, pues. Luego, venciendo la oscuridad de la celda alarga otra mirada cuadriculada a través de la ventanilla. El griterío y las gramputeadas de las celdas contiguas perturban su entendimiento. Al tropezar su mirada con la figura morbosa del alcaide, que mira a su vez a dos hermosas presidiarias, se le figura que luce dos orejas largas y peludas, dentadura blanca y una sonrisa lujuriosa como solía exhibir su querido Garañón cuando se ponía a corretear a las burras.



(*) Este cuento fue escrito entre 1983 y 1984, y publicado en mi libro de relatos de aquella época.

lunes, 25 de octubre de 2010

PESQUISAS INDIGENISTAS EN “POÉTICAS ANDINAS: PUNO” DE MAURO MAMANI

Escribe: Feliciano Padilla
“Poéticas Andinas: Puno” es una obra de crítica literaria de las diversas poéticas producidas a orillas del Lago Titikaka, desde Gamaliel Churata hasta Boris Espezúa, editada y publicada por el Instituto de Investigaciones de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la Editorial Pájaro de Fuego y, Guaraguao, revista de cultura latinoamericana, Lima 2009.

El libro ofrece, de modo sistemático, diversas lecturas acerca de textos poéticos de poetas importantes de Puno como Gamaliel Churata, Alejandro Peralta, Inocencio Mamani, Dante Nava, Efraín Miranda, Carlos Oquendo de Amat, Omar Aramayo, José Luis Ayala, Gloria Mendoza y Boris Espezúa. Se divide el trabajo en dos partes: las poéticas indigenistas y las poéticas post indigenistas.

La crítica literaria en Puno tiene magníficos antecedentes en “Mi amigo Baudeleire”, “Shekespeare el único” y “Eguren” de Emilio Armaza. Citamos, también, las primeras tesis que se hicieron acerca de: Gamaliel Churata y otra de Carlos Oquendo de Amat, por parte de Omar Aramayo y, “La poesía indigenista en Puno” por Juan Luis Cáceres Monroy. Luego se han publicado solamente antologías, o sea, selección de poemas o narraciones con algún preámbulo aclaratorio como “El Cuento Puneño” de José Portugal Catacora, las antologías de Samuel Frisancho, así como las de José Luis Ayala y Omar Aramayo. Se debe citar, también a Walter Bedregal con “Aquí no falta nadie” y “Beso de Lluvia” en dos tomos de José Luis Velásquez Garambel. Luego tenemos antologías con inserción de comentarios como “Diez años de narrativa puneña” de Jorge Flórez- Áybar y “Antología Comentada de la literatura puneña” de Feliciano Padilla.

Merece una mención aparte “Violencia y Literatura en los Andes” de Jorge Flórez-Áybar que es un ensayo literario de carácter controversial donde prevalece el análisis ideológico-político desde una perspectiva sociológica, la misma que predomina sobre el análisis propiamente literario y sistemático. Seguramente hay más antologías que, por la premura del tiempo, estoy obviando involuntariamente. Luego de este preámbulo debe hacerse una aclaración necesaria. Hay mucha diferencia entre el comentario literario y la crítica literaria. En el comentario prevalecen lo intuitivo, el impresionismo y la combinación de algunos enfoques. En cambio, en la crítica literaria se privilegia el método y un paradigma riguroso.

Con esta aclaración, afirmamos que en relación a crítica literaria escrita por puneños sólo tenemos algunos ejemplos: lo de Dorian Espezúa que publicó “Entre lo real e imaginario: una lectura lacaniana del discurso indigenista” donde aparte de los textos de Churata y Efraín Miranda se incluye a José María Arguedas y, lo de Bladimiro Centeno Herrera, que escribió “El imaginario de la palabra” en el que se presentan varios análisis literarios de textos narrativos de López Albújar, Ciro Alegría, José María Arguedas, Edgardo Rivera, Feliciano Padilla y hasta textos de autores extranjeros como de Jorge Luis Borges. Pero, un libro de crítica literaria metodológico, orgánico y riguroso, referido específicamente a la literatura puneña, recién aparece con “POÉTICAS ANDINAS: PUNO” de Mauro Mamani. Por tal razón, pienso que se trata de un libro fundacional, y augura la aparición de más libros de esta naturaleza.

Yendo a la misma obra, me ocuparé primero de la representación del indio en la voz de Churata, Alejandro Peralta, Dante Nava y Efraín Miranda; vale decir, cómo estos poetas citados representaban al indio en su imaginario y cuál era la diferencia entre una y otra representación.

Para explicar cómo Churata representaba al indio, Mamani Macedo previamente analiza la elección del espacio que el poeta hace para enunciar. Y este escenario, naturalmente es Puno, el lago Titikaka, no sólo con su geografía sino con los hombres que lo habitan; los mismos que crean y recrean una gran cultura, cuyas tradiciones y diferentes expresiones reverencia y ama el escritor Gamaliel Churata. Mauro Mamani manifiesta que este señalamiento es importante para develar y reconocer la raíz de su discurso. Luego elige un poema churatiano, el Haylli “Alto ahí miuras, toriondos” (no es el título, pero el haylli comienza con ese verso) donde el indio es la encarnación de todas las desgracias. Por ejemplo, no tiene voz, por lo que, otros tienen que hablar por él; el dolor ha sido inventado para el indio debido a que desde la conquista hasta la república los españoles primero y; los hijos de los españoles, después, lo han mantenido en condiciones infrahumanas. Las mugres todas son indias porque el sistema de explotación los ha llevado a un estado de bestialización. Las cosas tienen más valor que los indios ya que “las cadenas piden indios”, o sea tienen deseos; el indio no desea ni pide nada porque se le ha negado la palabra. Finalmente, Churata exclama ¡Bestia te llaman indio!, a manera de un reactivo para que el indio tenga capacidad de rebelarse ante su lastimosa situación.

Para el caso de Alejandro Peralta, Mauro Mamani elige dos poemas: “El indio Antonio” y “El indio Paco”. El primer poema expresa la tragedia de ser un indio confinado a la desgracia y al sentimiento de soledad que, ahora, siente por la muerte de su esposa Francisca. Este dolor anula toda expresión hasta tal punto que Antonio debe verse obligado a utilizar el nivel no verbal del lenguaje, porque sus dientes muerden palabras, sus ojos se expresan a través de la candela. Antonio no habla, tritura palabras. Mauro Mamani analiza más versos y con ellos demuestra que el hablante lírico denuncia la situación del indio. En “El indio Paco” Mamani deduce de los versos que los indios pueden luchar autónomamente y salir de su estado de postración. En “El indio Paco”, éste dirige una rebelión, pero es derrotado y, al final, recluido en una prisión. Por eso, las condiciones desventuradas de su cautiverio le carcomen la carne, pero no su espíritu rebelde, aunque sus compañeros hayan muerto por miles o estén desaparecidos. En un verso se lee ¡AQUÍ ESTÁ EL INDIO PACO! como ejemplo de resistencia y lucha permanente.

Con el objeto de explicarnos la representación del indio en Dante Nava, previamente Mamani Macedo, justifica el hecho de que Nava no nació en Puno, como ya lo había hecho en el caso de Churata. Manifiesta que el verdadero lugar de nacimiento de un escritor es el espacio donde uno “abre los ojos”, es decir, el lugar donde es consciente de sí mismo y del mundo que lo rodea, donde aprende a soñar, sufrir y amar, y a amar principalmente, ese lugar desde donde el poeta enuncia. Enseguida elige el poema “Orgullo aymara”. Desde el título (dice el autor) el poeta anuncia que su poema será un canto a la raza aymara, caracterizada por la disciplina, la beligerancia y su gran fortaleza. Luego devela que los componentes que integran la estructura del poema son los elementos de la naturaleza. Así tenemos al sol, el relámpago y la tierra. Sobre la tierra se funde el sol por medio del relámpago para forjar al indio. La tierra es la madre y el sol el genitor. En la segunda parte del poema, el sol y el relámpago asociados al fuego, desaparecen y solo quedará la tierra criadora de los aymaras y de su cultura. El lago Titikaka será, en ese contexto, un templo para el cuerpo del “indio de 30 años de acero”. Los elementos “duros”, recios e inquebrantables de la naturaleza altiplánica auguran el advenimiento de un hombre especial para esas condiciones, por tanto, de un hombre superior distinto a los formados en otras latitudes y circunstancias.

Para analizar la representación del indio en Efraín Miranda el autor elige el poema “EE” del libro “Choza”, en el que se produce una fusión entre el yo poético y el universo andino. La tierra –sigue explicando Mauro Mamani- es una deidad material y la Madre Tierra su expresión espiritual. El producto de la deidad material es el indio. El poema se inicia con un rechazo a la nominación de indio que según el yo poético no le corresponde y, a lo largo del poema, exige que le llamen indio. No hace concesiones identitarias, debido a que el mestizaje, la hibridez, la transculturación no lo traduce exactamente, sino que lo traiciona y traiciona a su Madre Tierra con la que está fusionado, en tanto tiene su color y está enraizado desde miles de años atrás. El reclamo de Efraín Miranda implica asumir lo indígena como intocado, puro, como lo no contaminado y, le importa un bledo el hecho de que las culturas sean procesos sociales que cambian y se transforman de modo permanente. Por estas razones, Mamani Macedo sostiene que Efraín Miranda, en el poema “EE” plantea una defensa de la identidad, pero no de una identidad simple, común; sino, de la identidad radical, en tanto que los “no indios” están representados por los descendientes de Adan y Eva, por las ciudades y las calles, y por todas las instituciones creadas para sostener las nuevas formaciones socioeconómicas y culturales.

Un tema relacionado con la poética indigenista es el análisis que hace de la poesía de Inocencio Mamani. En este caso, Mauro Mamani ya no usa la perspectiva de la representación, sino, la teoría de la referencialidad antes que un estudio centrado en el lenguaje poético, en tanto y en cuanto Inocencio Mamani escribió fuera del canon (modernista y vanguardista) y quizá contra el canon, no solo porque escribió en quechua, sino por la esencialidad de sus textos. Por tal razón, agrega la pragmática a la teoría de la referencialidad con el fin de descubrir la intencionalidad de los textos como medio de comunicación. El autor, para lograr sus propósitos elige el poema “Lekechukunas” o “Los lekechos”. En este poema el autor ubica dos mundos: el mundo de las aves con atributos humanos y el mundo de los hombres. La estrategia es leer el mundo de los seres humanos desde el mundo de las aves. Así, los elementos de la naturaleza están al servicio de los mensajes morales y sociales. En realidad, Mauro Mamani infiere de los textos de Inocencio algunos rasgos básicos de la literatura oral altiplánica, como son: la unión hombre-naturaleza, la reproducción de los valores reverenciados por la comunidad y el carácter utilitario (didáctico) de su literatura, con excepción del anonimato, ya que Inocencio Mamani firma los textos en condición de autor.

La crítica nacional y extranjera ha realizado notables investigaciones acerca del Grupo Orqopata, el Boletín Titikaka, “El pez de oro”, la poesía de Alejandro Peralta y de todos y cada uno de los miembros del Grupo Orqopata. Sobre Inocencio Mamani conozco sólo algunos artículos sueltos o referencias. Creo que este autor quechua fue marginado inclusive al interior del mismo Grupo Orqopata porque ninguno de ellos comentó acerca de su obra, lo cual hubiera significado una “mirada desde adentro”. Ahora bien, una “mirada desde afuera”, en aquella época, sí hay, y debemos subrayar el hecho de que Mariátegui lo elogió en “Amauta” y “Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana”.

Éste es un comentario a las poéticas indigenistas abordados por Mauro Mamani Macedo. Los estudios de las poéticas post indigenistas; particularmente, de Carlos Oquendo de Amat, Omar Aramayo, José Luis Ayala, Gloria Mendoza y de Boris Espezúa Salmón, serán comentados en otro artículo titulado “Pesquisas post indigenistas en Poéticas Andinas: Puno”. Entre tanto, concluyo recalcando la importancia de este libro en la historia de la literatura puneña y nuestro deseo de que se siga abordando las otras poéticas puneñas que faltan analizarse en futuras investigaciones.

viernes, 8 de octubre de 2010

MARIO VARGAS LLOSA: PREMIO NOBEL 2010

Escribe: Feliciano Padilla

Una noticia grata nos sorprendió la mañana del jueves 07 de septiembre: Vargas Llosa, Premio Nóbel de Literatura. Decimos nos sorprendió, porque con tantas postergaciones con las que la Academia Sueca trató su postulación, habíamos perdido la esperanza de que, en algún momento, pudiera lograrse esta distinción mundial. Finalmente, se hizo justicia con este compatriota que hizo de la literatura una forma de vida y un modo particular de percibir el mundo.

Su vida es un ejemplo permanente de vocación literaria. Ha demostrado al mundo que el escritor es fruto de su propio esfuerzo y; la obra literaria, resultado de un trabajo arduo, sacrificado y prolongado. Acaba de responder ante una pregunta de la televisión hispanomericana que sus novelas, sus cuentos, sus ensayos e, incluso, sus artículos menos pretenciosos, son el resultado de un trabajo “duro” y disciplinado, y no fruto de alguna inspiración imprevista.

Así fue Mario Vargas Llosa durante toda su vida. Todavía adolescente se dijo a sí mismo, con toda la carga de decisión posible: ¡yo quiero ser narrador! Desde entonces, ha hecho y sigue haciendo cuanto es posible hacer para convertirse en un gran narrador. Y lo logró. No, ahora, que ha ganado el Premio Nóbel, sino desde antes; desde las décadas de los setentas y ochentas hasta ser uno de los más grandes narradores en lengua española y en cualquier otra lengua. Por eso este galardón es el premio a la perseverancia, a la terquedad, a la decisión de ser narrador sobre todas las cosas.

Su obra constituida por 15 novelas, varias obras de crítica literaria, ensayos, artículos y una autobiografía, es una demostración de su talento creador, de su disconformidad con el entorno y de su necesidad de crear mundos alternos donde sus personajes denuncien actos violatorios de la condición humana desde la perspectiva ideológica vargasllosiana. Es cierto, muchos discrepamos absolutamente del Vargas Llosa político; recusamos su adhesión a la política neoliberal; pero, esta discrepancia no nos da derecho para negar su genio creador, su gran capacidad de convertir pasajes de la realidad en objetos literarios; es decir, su talento para transformar la realidad sumándole el “elemento agregado” que es la fabulación.

En esta apretada apreciación indicaremos dos elementos básicos más. El innegable dominio de Vargas Llosa sobre los recursos narrativos; vale decir, su exquisitez técnica que lo ha llevado a ser reconocido como tal en todas partes del mundo y; su manejo del lenguaje en todos sus niveles, según los requerimientos de sus personajes. Mario Vargas Llosa ha llevado la lengua española a su grado máximo de desarrollo tanto en el plano de la expresión como en el de la significación.

El Premio Nóbel que Vargas Llosa ha ganado es motivo de orgullo para los puneños y para los peruanos en general. No olvidemos que el Perú es una sociedad multilingüe y pluricultural. Cabemos en la sociedad peruana quienes son de la cultura criollo-occidental ubicada en la costa; también, estamos los quechuas, los aymaras, poqras, chancas y más de sesenta grupos étnicos diseminados a lo largo de la amazonia peruana. Vargas Llosa no es quechua ni aymara, pero es un peruano que, como millones de compatriotas nuestros, ha asimilado y se ha formado en la cultura occidental. Si somos capaces de reconocernos a nosotros mismos como andinos, seremos capaces de reconocer sin rabia, ni rencor a los que no lo son, en tanto lo occidental es un componente formativo de la cultura andina, aunque el elemento de mayor significado sea lo “indígena recreado”. Lo demás, aunque se diga del modo que se diga, es un racismo disfrazado.

Por estas consideraciones nos sentimos orgullosos de Mario Vargas Llosa y, compartimos junto con todos, la alegría que ahora embarga los corazones peruanos e hispanoamericanos. Pero ¿cómo es posible?, dirán algunos. ¿Acaso en sus novelas Puno no aparece como un lugar de castigo? Yo pregunto ¿Es posible confundir al personaje con el autor? El razonamiento expreso manifestado por los personajes ¿puede llevarnos al razonamiento del autor o solamente al significado del texto? Entonces, repudiemos, pues, a sus personajes, con la atingencia de que quizá no hicieron más que recoger una idea generalizada entre los militares y otros servidores públicos que consideran así a nuestro Puno querido. Y si algo puede amenguar esa idea expresada por sus personajes respecto de Puno es el hecho de que: el Premio Nóbel de Literatura 2010 sacó a Carlos Oquendo de Amat de las sombras en que la crítica oficial y oficiosa lo había arrinconado durante tanto tiempo. Recordamos con emoción aquel histórico discurso que pronunció con ocasión de recibir el Premio Rómulo Gallegos y con el que puso en el lugar que le corresponde al autor de “5 Metros de Poemas”.

En las dos últimas décadas ya hicimos el análisis de su nefasta ideología política y lo seguiremos haciendo, pero, en esta hora de alegría generalizada llenémonos de contento, empachémonos de felicidad porque Vargas Llosa lo vale, y el Premio Nóbel, también. ¡Enhorabuena!

lunes, 27 de septiembre de 2010

LLEGÓ LA HORA DE UNIFICAR Y CENTRALIZAR LAS FUERZAS PROGRESISTAS

Escribe Feliciano Padilla
Hace poco leí el artículo del columnista de “Cabildo Abierto” y una noticia me impresionó bastante: el hecho de que en Juliaca se está manejando el problema de las elecciones desde un punto de vista chauvinista, de defensa ciega de la procedencia sin enarbolar ninguna ideología política desconociendo que el gobierno de cualquier estado o región, en cualquier parte del mundo, es un acto político, cuya base es la ideología. No puede esperarse más de Juliaca salvo de algunas minorías ilustradas. En general, la informalidad recorre toda su piel social de manera dominante. La semana pasada estuve en Juliaca tratando de confirmar esta eventualidad. Estuve en los mercados, con los tricicleros, en las zonas periféricas y en el centro, tratando de averiguar estos hechos aplicando estrategias disfrazadas y se confirmaron, en gran parte, las hipótesis planteadas por el periodista Vilca. Los sectores que deciden los resultados de las elecciones son esas grandes mayorías apolíticas. Sobre esto ya tenemos experiencia con el juliaqueño nacido en Azángaro, Hernán Fuentes presidente actual de la región y; Juan Luque, también, es juliaqueño nacido en Azángaro. Todos los analistas políticos reconocen que el gobierno de Hernán Fuentes fue un fracaso total, un descalabro vergonzoso, una etapa de autoritarismo, un gobierno sin un plan responsable de desarrollo estratégico, no obstante contar la Región con un fabuloso presupuesto que supera a la anterior gestión en 500 veces o más.

Este hecho obliga a las fuerzas progresistas de Izquierda no a plantear otra alternativa chauvinista, que sería caer en la actitud condenable de las fuerzas retardatarias, sino, responder con una medida política inteligente, dialéctica, estratégica, decidida a unificar y centralizar las fuerzas de izquierda para evitar la dispersión y la división; si esto último ocurriera significaría servir como tontos útiles para que un personaje mediocre que cree que por haber cercado una universidad privada y construido dentro de ella unos cuatro pabellones tiene el derecho de ser presidente de la región. La doctora Marta Tapia Infantas, rectora de la UNA en esa misma etapa, cercó, también, la universidad y construyó unos siete pabellones dentro del campus universitario, además de haber logrado con merecimientos acreditados que la Comisión Evaluadora de Universidades organizada por la Asamblea Nacional de Rectores colocara en el ranking a la Universidad Nacional del Altiplano en quinto lugar entre 91 universidades particulares y estatales de entonces; pero, ella no cree por estos logros tener derecho a ser Presidente de la Región Puno.

La situación es la siguiente. Tenemos en la Región tres fuerzas de izquierda con mayores posibilidades de lograr buen caudal del electorado. Estos son: “PDR” dirigido por Alberto Quintanilla, El “Más” dirigido por Pepe Gutiérrez y “Aquí” presidido por Mauricio Rodríguez. Los tres dirigentes son buenos candidatos, responsables, estudiosos de la realidad económica, social y política de la Región y leales a los intereses del pueblo. Los tres han construido un discurso socialista articulado al pensamiento andino, tal como corresponde a una Región como la nuestra. Tienen más coincidencias que contradicciones; sus programas y planes de trabajo exhiben los planteamientos de la Agenda Puno que fuera discutido desde hace unas dos décadas, pero, lo más importante es que los tres hayan hecho esfuerzos por articular el socialismo con el pensamiento andino, siguiendo las sugerencias del propio Mariátegui que manifestaba que el socialismo en el Perú no sería ni calco ni copia, recordando a Alberto Galindo que se orientaba a construir un llamado “socialismo mágico” o a José María Arguedas que decía lo mismo, o lo que sostenían Luis Lumbreras y Pablo Macera argumentando científicamente esta nueva realidad.

.De lo que se trata es que estas tres fuerzas o movimientos políticos hagan el esfuerzo de unificarse ahora, cuando falta todavía una semana para las elecciones, sobre la base de una plataforma común perfectible a partir de una dirigencia común constituida por los representantes más lúcidos de cada movimiento capaz de llegar al gobierno, de construir canales de coordinación entre ellos y canales de participación del pueblo para la toma de decisiones en los asuntos más importantes a nivel del Consejo Regional o de las Asambleas Participativas, para que el pueblo conozca la esencia de una verdadera democracia.

La unidad debe hacerse sobre la base del partido que esté en mejores condiciones, porque ese será el aparato que sostenga el trabajo del gobierno regional. De lo contrario el gobierno se llenaría de invitados, oportunistas y mercenarios. El movimiento político más joven es “Aquí”. Está conformado por gente auténtica a nivel de núcleo pensante, pero la mayoría son amigos, invitados, cuando no mercenarios que activan las movilizaciones, pintan paredes, pegan afiches, o sea, son los operadores que están ahí porque buscan acceder a un trabajo si acaso triunfara el partido. Igual sucede con el “MAS”, todavía no tiene una organización política organizada. El grupo dirigencial tiene un presupuesto ideológico y político respetables, pero el resto está constituido no por jóvenes que tienen vocación de servicio, sino por aquellos que están buscando trabajo, una oportunidad para estar en situación de ocupados si acaso triunfará el grupo. El PDR es un movimiento con organización política probada en más de diez años de lucha, .que tiene norte y que sabe de glorias y fracasos, que tiene fortalezas y debilidades, que coorganizó y dirigió la gloriosa Confederación Campesina del Perú y la Federación Departamental Campesina; en síntesis, a fin de no herir suceptibilidades no menciono más acciones de este movimiento y concluyo diciendo que tenemos la responsabilidad moral de unirnos en torno del PDR y de Alberto Quintanilla. Si hay acuerdos previos tendremos derecho de controlarlo porque es un compañero de lucha, tendrán ustedes el derecho de participar en el gobierno y tendrán la obligación de mejorar el Programa Político y el Plan Estratégico de Desarrollo de la Región.

Ojalá haya tiempo para construir esta alianza estratégica. Ojalá los dirigentes con menor porcentaje de aceptabilidad pongan en juego su inteligencia y su capacidad dialógica porque en esta lucha todo nos une, nada nos separa. Si esto no sucede, ustedes señores dirigentes serán culpables de que un contador anodino, oscuro y apolítico se suba al sillón presidencial para continuar la cadena de fracasos y frustraciones de su paisano el Presidente Regional actual, y hasta actos de corrupción tal como lo denunciaron sus propios consejeros ante la opinión pública y los organismos judiciales. En otro momento haremos una evaluación más completa sobre este período. En esta ocasión veremos si nuestros dirigentes de la izquierda demuestran sacrificio y vocación de servicio o están derrotados por sus ambiciones personales.

En mi condición de intelectual y viejo socialista convoco a todos los campesinos y sectores populares, a los estudiantes universitarios y catedráticos tanto de la UNA como de la UANCV, a todos los escritores, al magisterio consciente, a los profesionales, a las mujeres de nuestro pueblo, a votar por Alberto Quintanilla se produzca o no la alianza que planteo.

Bueno, las elecciones municipales son otro cantar. Allí está entre Mariano Portugal que hizo buenas obras en su período o de Luis Butrón que tiene aceptación en los barrios populares, aunque por ahí viene terciando el famoso Evo Flores. El domingo 3 de octubre sabremos, a ciencia cierta, quién de ellos será el ganador.

domingo, 8 de agosto de 2010

GUISSELA GONZALES Y “EL DOLOR AMERICANO”

Con el título de “El dolor americano” y bajo el auspicio del fondo editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, acaba de ser publicado un trabajo de investigación sobre Churata realizado por Guissela Gonzales, profesora de literatura peruana de dicha institución. El libro de 472 páginas lleva una presentación de Hildebrando Pérez Grande, profesor también de la UNMSM y; un prólogo esclarecedor de Thomas Bosshard, profesor de Albert Ludwigs Universität Freiburg de Alemania.

“El dolor americano” consta de tres apartados que funcionan a guisa de capítulos. El primero de ellos incluye un análisis del discurso churatiano elaborado por la autora con el título de “Esta tierra que duele es la América”. El segundo capítulo contiene más de setenta artículos de Gamaliel Churata, los mismos que se encontraban dispersos en diferentes periódicos y revistas de la hermana república de Bolivia y; el tercero, artículos escritos en Bolivia sobre Churata.

El análisis que Guissela Gonzales hace del discurso churatiano es de gran nivel académico en cuanto toma como base las interpretaciones que ensaya respecto de los textos churatianos recopilados en distintas instituciones de reconocida credibilidad de la ciudad de La Paz, Puno y Lima. En este análisis desarrolla las categorías del realismo psíquico y del ahayu- watan postulados por Churata para comprender el Pez de Oro. Paralelamente, logra determinar las etapas del proceso creador del gran autor puneño.

Por su parte, los artículos recopilados son de carácter político-ideológico, filosófico, literario y antropológico. Un análisis crítico de dichos textos nos lleva a comprender, de manera cabal, la posición ideológica y el compromiso irrenunciable de Churata con la cultura andina, comprendida como un proceso doloroso de articulación étnica. Se debe remarcar que el título del libro “El dolor americano” se deriva de un artículo que Churata publicó con ese rótulo, el 30 de julio de 1949, en “Cuadernos Literarios” (suplemento de “Última Hora”) de la ciudad de La Paz- Bolivia.

Después de la publicación de “El pez de oro” en el año de 1957, el crítico paceño Fernando Diez de Medina, publicó un artículo respecto de la obra en “Fantasía Coral”, que luego fue difundido en “El Diario” de La Paz. En dicho texto afirmó que Churata había escrito algo de seis mil artículos que se encontraban desperdigados en diarios y revistas bolivianos. A partir de entonces se creó un mito seductor en torno a esta cantidad descomunal de textos, que hasta la fecha nadie ha podido comprobar. Sin embargo, esta afirmación se generalizó al reproducirse en la mayoría de textos escritos acerca de Churata en el Perú y fuera de él.

Existía, entonces, entre los intelectuales de la comunidad académica del Perú, predisposición para investigar tal hecho. Seguramente la falta de apoyo económico frustró toda iniciativa orientada a recopilar lo mejor de estos seis mil artículos publicados por Churata durante su estada en Bolivia desde 1932 hasta 1964. Sin embargo, la falta de financiación no fue impedimento para que una muchacha sanmarquina, cargada de una mochila, mucho entusiasmo y una sonrisa a flor de piel, se apareciera por Puno, allá por la década de los noventas, para realizar un estudio meticuloso acerca de este tópico. Era Guissela Gonzáles. La conocimos por entonces y, la recibimos con la fraternidad que caracteriza a los escritores puneños. Venía aquella primera vez con otro investigador más, el escritor Juan Carlos Ríos Moreno. Iban a La Paz y allá se fueron en busca de su objeto de estudio. Desde aquellos años Guissela estuvo entre nosotros unas seis veces, dialogando acerca de su tema y recogiendo pistas para lograr sus propósitos en La Paz.

¿Existirán realmente los seis mil artículos a que hace referencia Fernando Diez de Medina? Es probable en tanto se sabe que Gamaliel Churata escribió artículos en diferentes diarios y revistas paceños como en La semana gráfica, La gaceta de Bolivia, La calle, Última hora, La razón, La nación, La tarde y; las revistas Nova, Boletín de la SPIC, Kollasuyo y La noche. Bueno, esto es solamente lo que concierne a La Paz. Debe suponerse que existan más artículos en diarios de Potosí donde radicó Churata. Sin embargo, que se sepa, hasta ahora, la aserción de Diez de Medina es un dato que no se ha comprobado y, en una investigación acerca de Churata, lo valioso es la existencia real de los textos.

La autora centró el peso de su trabajo de investigación en la ciudad de La Paz, particularmente, en la Biblioteca Municipal Franz Tamayo, Biblioteca de la Universidad de San Andrés, Biblioteca de la Carrera de Literatura de la misma universidad, Biblioteca del Congreso, Biblioteca del Museo de Etnología y Folclore y en distintas hemerotecas oficiales y particulares de dicha ciudad. Entrevistó a los amigos sobrevivientes de Gamaliel Churata, quienes le dieron información importante acerca del autor, aunque, a veces, imprecisa y contradictoria, sobre todo cuando se trató de precisar los años que Churata trabajó para diferentes diarios.

La existencia de estas fuentes le permitió a la investigadora alcanzar sus objetivos, aunque está demás decir, que tuvo que enfrentar dificultades de todo tipo. Por ejemplo, desactualización de las bibliotecas y hemerotecas, inexistencia de etapas completas de algunas publicaciones, pésimo estado de conservación de los materiales de estudio por efecto de la humedad, el uso y el tiempo. Y lo peor, pudo comprobar con pena, algo que es común en bibliotecas provincianas, daños ocasionados por los mismos lectores, quienes realizan inscripciones y recortan fotografías o páginas enteras de los libros sin ninguna consideración.

“El dolor americano” de Guissela Gonzales está causando gran impacto entre los investigadores por la cantidad del importante material recopilado, que a no dudarlo, dará mayores luces a la investigación e interpretación del discurso churatiano. Hasta ahora, la investigación sobre “El pez de Oro” se había hecho solamente sobre la base de un análisis hermenéutico del mismo. A partir de este libro tendrán los estudiosos de Churata este conjunto de artículos que los llevará a comprender mejor la obra. Quizá, muchos de los investigadores, tanto nacionales como extranjeros, tendrán que replantear sus conclusiones e iniciar otros trabajos a la luz de estos textos. Si bien es cierto que en el Boletín Titikaka ya existen artículos de Churata donde podemos vislumbrar su ideal estético, son con estos textos que podemos construir una visión global acerca del discurso churatiano y despojarnos de toda actitud chauvinista o racista que, a veces, adoptamos cuando hablamos de este gran indigenista, fundador del Grupo Orqopata.

En la presente nota trataré de ensayar, de manera provisoria, algunos juicios acerca de la importancia de “El dolor americano”. El trabajo es importante por cuatro razones básicas: a) Por haber enfrentado con éxito los problemas y dificultades que se le presentaron durante la etapa de recopilación de datos en la ciudad de La Paz, luego de haberse trasladado la autora desde Lima hasta el Altiplano. b) Porque la autora no recibió ninguna financiación para realizar este trabajo importante y se embarcó en la investigación por su amor a Puno y su admiración por Gamaliel Churata. c) Porque estos textos nos develan la evolución estética de Churata, es decir, las etapas del proceso creador del discurso churatiano y su concepción de lo americano. d) Los textos recopilados constituyen una gran base textual, mediante los cuales se puede comprender las categorías del realismo psíquico y del ahayu- watan postulados por Churata para interpretar el Pez de Oro

Puno se siente feliz y, al mismo tiempo, en deuda con Guissela Gonzales. La felicitamos y le agradecemos muy de veras por la publicación de este libro. Sin embargo, sería oportuno que nuestras autoridades locales o regionales le hicieran llegar alguna carta de agradecimiento y felicitación y, de la mima manera, a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos donde es catedrática.

lunes, 19 de julio de 2010

DEVELANDO "DÍAS SECRETOS"

Escribe: Feliciano Padilla

Luego de una lectura atenta de la obra “Días Secretos” de Bladimiro Centeno Herrera, publicado por Ornitorrinco Editores de la ciudad de Lima, se debe remarcar un hecho que, quizá conozcan pocas personas y que puede convertirse en algo aleccionador para quienes vivimos en una región diglósica; vale decir, en un espacio donde funcionan más de tres lenguas (si consideramos nuestra zona de selva) con hegemonía de una sola: la española.

Bladimiro Centeno, según nos confiesa, es hablante del aymara. El español es para él, una segunda lengua que empezó a aprender cuando fue a la escuela. Su aprendizaje fue, como para todo niño aymara, difícil, prolongado y doloroso. En una sociedad que honra y celebra el buen uso del castellano, tanto a nivel de la escritura como de la oralidad, Bladimiro llevó sobre sus espaldas el estigma de sus interferencias lingüísticas durante todo el lapso de sus estudios en la escuela, el colegio y la universidad. Si aclaramos que estudió en la Universidad de San Agustín, se deducirá fácilmente los sufrimientos que padeció; pero, también, los enormes esfuerzos que debió realizar Bladimiro para resistir y superar sus falencias. Sin embargo, nunca se amilanó. Estudió y practicó el doble o el triple de lo que hacen las personas sin estos problemas. Cuando digo practicó, resalto el hecho de que nunca perdió la oportunidad de escribir y hablar, porque es hablando que se aprende a hablar de la misma manera que escribiendo se aprende a escribir.

Ahora, en este libro de cuentos, Bladimiro Centeno se nos presenta como una persona que domina la lengua española. Sus párrafos se acogen a las exigencias de la textualidad: coherencia y cohesión. Coherencia en la dimensión lógica de la concatenación de las ideas y la adecuada articulación de los conceptos. Un texto es coherente si en él encontramos un desarrollo proposicional lógico, es decir, si sus proposiciones mantienen una estrecha relación lógico-semántica. La cohesión, en cambio, se refiere a la estructuración de las frases con uso de todo tipo de medios cohesivos; tiene que ver con la manera como las palabras, las oraciones y sus partes se combinan para asegurar un desarrollo proposicional.

Con este preámbulo, escudriñemos el libro “Días Secretos”. Primero trataremos de demostrar la unidad temática de los textos, haciendo referencia a las historias que recrean los relatos. El libro contiene doce cuentos: El retorno, Zona secreta, Mundo de cristal, La fotografía, La broma, El viaje, Vanesa, La llamada, La corrida, Bajo la ventana, La promesa y El color de las piedras. Daremos cuenta de algunos de ellos.

“Zona secreta” es el segundo cuento del libro. Se trata de una historia de amor clandestino entre Celia y un personaje impersonal que es el propio narrador del relato. Él es casado y ella una estudiante universitaria que está por irse a la capital gracias a que ganó una beca anual. Luego de bailar en la discoteca ingresan al hotel Los Andes, que es una especie de nidito escondido o zona secreta de estos amantes. Hay una descripción más interior que exterior de la unión fogosa de los cuerpos, que se repite en la madrugada. En los momentos fatigados que vienen después de los orgasmos, cada uno hace un recorrido rápido sobre esta historia de amor. Él, naturalmente pensando en los días intensos que seguirán a esta noche y ella tomando una decisión sobre su exacta situación de mujer. De pronto, ella le dice que se irá ese mismo día para gozar de la beca que ganó. Él, no puede reprobar esta decisión y le propone visitarla frecuentemente. Celia le contesta que no, que todo terminó porque no cumplió su promesa de divorciarse. No puedo, mis hijos son todavía pequeños; cuando crezcan un poco, decidiré, le responde. Eran las nueve de la mañana cuando salieron del hotel Los Andes. Para un taxi. Celia coloca sus pertenencias en el carro. El narrador le dice que así no puede terminar una historia de amor tan hermosa. Ella, despidiéndose y mientras arrancaba el chofer, le responde: Así terminan los amores cobardes.

“Mundo de cristal” trata de los amores clandestinos de dos catedráticos: Ana y Carlos, quienes asistían con cierta frecuencia a congresos académicos realizados en la capital. Uno de estos eventos terminó en la cama de un hotel. A partir de esa noche se narra historias fantásticas debido a que la comprensión entre ambos era perfecta. Esta noticia corría el riesgo de convertirse en escándalo dentro de la universidad; pero, ellos no estaban dispuestos a malograr su prestigio. Por eso tomaron una determinación amigable y ahora se despedían uniéndose por última vez en un hotel. A la mañana siguiente, Carlos abandona el hotel triste, pero liberado de responsabilidades y del peso que significaba llevar en la conciencia esa conducta traidora con su esposa. Va directamente a casa donde cuenta la historia de un viaje ficticio y fatigoso. Encontró a su esposa ocupada en los quehaceres del hogar. Le dio pena su mujer y se acomidió para ayudarla a bañar a su hijita y, al momento de hacerlo le rozó las rodillas con las nalgas y ella respondió con coquetería. Entonces se apresuraron y terminaron de bañar a la nena y la enviaron al patio con pretextos. Luego, ingresaron raudamente al dormitorio; ella se montó sobre él sin ningún preámbulo y al poco rato estaban ella con el rostro enterrado en el cuello del marido y él abrazándola por la cintura. Terminaron y ella se fue a seguir trabajando las tareas domésticas. Carlos, en cambio fue a buscar calma en la azotea a donde llevó una silla y una novela cuya lectura había interrumpido el día anterior. Se dio cuenta que lo cotidiano violentaba tremendamente las emociones y los sentimientos; por eso, no tuvo más remedio que refugiarse en otro mundo de cristal, cuyos incidentes amorosos narraba la novela que leía.

“Vanesa” es el séptimo cuento del libro. Trata de la historia de una prostituta llamada Vanesa que, debido a que encontró un cliente enamorado hasta el tuétano, desea abandonar el vicio y aceptar la propuesta de Felipe: casarse con él y viajar lo más lejos de esta ciudad, donde no conozcan su historia y donde él pueda protegerla con su sueldo sin que ella tenga necesidad de vender su cuerpo. Mientras espera a Felipe se sienta en la banca de un parque donde se habían citado y recuerda las circunstancias que la llevaron a seguir esta vida de vergüenza y dolor. Vanesa era bellísima y joven. Había tomado la decisión de salir de este ambiente porque ya no soportaba cómo la miraban por las calles; cómo la olían, como si en lugar de llevar sobre su vestido el aroma de los perfumes que usaba, percibieran más bien el olor de los hombres con quienes dormía. Se encontraba destruida y su encuentro con Felipe fue su tabla de salvación. Por eso, a pesar de los consejos de sus compañeras del “Sirenitas” había tomado esta decisión. Esperaba ansiosa e insegura la llegada de Felipe. Finalmente vio que su hombre ya daba la vuelta para ingresar al parque. Cuando se miraron de lejos con los rostros exultantes de felicidad, Vanesa tuvo tiempo de expresar mentalmente: No soy una puta, ahora. Te ofrezco este corazón limpio, esta excitación sana de mi cuerpo y mi sexo purificado por tu cariño. Pero, las chicas tienen razón en algo: “El dolor más grande para una mujer es vivir al lado de un hombre amado con la marca de una puta en la frente”.

“La llamada” es el octavo cuento del libro que recrea la historia de Brenda, una universitaria arequipeña, muy citadina, guapa y discriminadora de lo andino. Y en la contraparte, la de Pedro, un estudiante puneño de rasgos andinos que, merced a su nivel académico, su compañerismo logra la amistad de Brenda. Una noche, luego de participar juntos, seguramente, en alguna actividad universitaria, se dan tiempo para ingresar a un bar. Brenda le dice: “Nunca me había imaginado tomando contigo”, al tiempo que miraba su rostro cetrino y sus pómulos prominentes. “En la universidad conocí algunos como tú, pero, me limité a saludarlos ocasionalmente”, prosiguió. Pedro respondió: No me extraña. No nos tenemos buen aprecio entre peruanos. Y fue el comienzo de una conversación amistosa y extensa, aunque no amorosa, porque Pedro sabía de antemano que perdería tiempo. Las cervezas iban y venían hasta tarde la noche. Entonces, Pedro le informó que eran las 11. Brenda consultó su reloj y confirmó la noticia y respondió: Si es así, nos vamos. Estaban relativamente ebrios y cuando Brenda subía al taxi en dirección de su casa, Pedro se animó a lanzarle una iniciativa, pensando en que quizá la muchacha estaría en sus cinco minutos de debilidad: ¿Te acompañó a tu cuarto? Como lo había pensado: se equivocó, porque Brenda le respondió: No te preocupes e hizo un adiós con la mano. El muchacho, también, se fue a su habitación y estaba sobre la cama pensando si alguna vez sería capaz de conquistar el amor de Brenda y cómo vencer esa brecha de discriminación y distanciamiento insulsos. Ya cuando estaba por coger el sueño lo despertó el timbre del celular. Respondió rápidamente. Era Brenda y se animó a preguntarle: ¿Qué pasó, llegaste bien, te ocurrió algo? Brenda le contestó. Llegué tranquila, te quería pedir disculpas por esta noche, creo que me porté como una estúpida ¿Me disculpas? Me peleé con mi novio y me puse muy sensible. Pedro le contesta: No te preocupes. Son cosas que pasan. Eran ya la una y cuarenta. Entonces, Brenda le propone: ¿Quieres venir a mi casa? Tengo unas botellas de vino y algo más para compartir contigo. ¿Quieres que vaya a tu habitación?, le responde Pedro, sorprendido. Brenda le contesta que sí, que lo espera. Entonces Pedro, confundido le propone: ¿Por qué no hablamos mañana? Y Brenda no tiene más remedio que exclamar: ¿Mañana? ¿Mañana? ¡Anda vete a la mierda tú y tu mañana! Y colgó el teléfono violentamente.

Los demás cuentos son también historias de amores encubiertos que convierten al libro en una obra orgánica. Ciertamente pertenecen a la ficción creadora de Bladimiro Centeno, pero que no están exentos de no ser parte de nuestra propia realidad. Al leer los cuentos, muchos de nosotros nos encontraremos con nuestra vida presente o pasada, porque no son historias que se viven en otro mundo, sino en este donde habitamos en medio de penurias y alegrías, construyendo historias conocidas o disimuladas, en tanto somos seres de carne y hueso y, de espíritu imperfecto.

Bladimiro es un buen narrador. Usa en los textos, la primera, segunda y tercera persona según los requerimientos de sus cuentos. Utiliza otras técnicas más como el flash back, el raconto, el comienzo a media res, con notable pericia. Apela al erotismo sin llegar a la pornografía y un humor muy medido sirve de atmósfera a los cuentos. El lenguaje es tierno, nostálgico, reflexivo en muchos pasajes, expresado por voces distintas que van combinando adecuadamente la descripción del espacio interior con la descripción física de los personajes y de los escenarios. Voces distintas que recorren, también, distintas historias de amores clandestinos, que hablan de remembranzas, llamadas telefónicas que desconectan la posibilidad de amar, reportes de suicidios, de conductas sexuales liberales en el caso de universitarias y catedráticas y, la construcción de mundos ficticios donde los personajes padecen procesos de enajenamiento e inseguridad como resultado de la modernidad (entiéndase como sinónimo de deshumanización) que impone el desarrollo de la globalización y la construcción de la “aldea global”. De esta manera, Bladimiro Centeno corre la cortina de un ecran imaginario y nos enfrenta con un mundo poético hecho de trampa y frustración, recurriendo mayormente a la descripción del paisaje interior. Creo que la temática que aborda y la descripción del paisaje interior son aportes suyos a la narrativa puneña. Es bueno aclarar que estos rasgos, aunque de modo disperso, ya se observaban en otros escritores.

Por lo demás, el libro es excelente, escrito por alguien que posee un aparato teórico aprendido, seguramente, durante su formación literaria a nivel de pre y post grado y, en los talleres de narrativa que solía organizar la Universidad de San Agustín.

sábado, 10 de julio de 2010

BESO DE LLUVIA O LLUVIA DE LUCEROS

Escribe: Feliciano Padilla

Un fenómeno extraordinario acaba de ocurrir en la altiplanicie. Se trata, de veras, de una lluvia de luceros como nunca antes había sucedido en la historia de Puno. Para la gestación de este milagro fue necesario la conjunción de varios elementos: CARE Perú, Comisión Europea, Ministerio de Educación y de José Luis Velásquez Garambel. Este último, en su calidad de núcleo de aquellas fuerzas centrípetas que, en julio del 2008, lograron publicar “Beso de Lluvia” – Literatura Puneña- , impresa en los Talleres Gráficos de Corporación Merú de la ciudad de Puno, editada en dos volúmenes de 576 p., de 29 x 25 ctms y, portada y contraportada a todo color; con fotografías, ilustraciones, pinturas y páginas, también, a todo color.

Finalmente sucedió lo que tanto esperábamos y lo consiguió José Luis Velásquez, un joven investigador egresado de la Universidad Nacional del Altiplano, catedrático de la misma, maltratado tantas veces por el centro de estudios que lo formó, tanto a nivel de pre grado como de post grado. ¡Y sorpresas te da la vida! Ahí está este joven ofreciéndonos libros importantes, producto de sus investigaciones, de modo permanente. Si solo el 20% de los tantísimos maestros y doctores que tenemos en la Facultad de Ciencias de la Educación (desconozco lo que se hace en otras Facultades) hiciera el 50% de lo que hace este profesor estaríamos enrumbando la universidad por un camino seguro hacia la acreditación académica. Pero, ese es otro tema. Retornemos a “Beso de Lluvia”,

Los volúmenes que comentamos abordan la literatura puneña concebida como un proceso donde todos los componentes de distinta índole (oralidad, escritura, poesía, cuento, relato, novela, etcétera) no se enfrentan unos con otros, sino que se concatenan para construir la gran literatura puneña y el espíritu que la sustenta, lo que muchos investigadores, llaman puneñidad, tan necesaria para conocer y amar lo nuestro, en tanto que, solamente conociéndonos de manera adecuada, seremos capaces de respetar y querer la literatura de Oriente u Occidente. La puneñidad, concebida lejos de todo chauvinismo barato, es la clave para consolidar nuestra autoestima y con ese bagaje utilizar todo aquello que viniendo de Europa o de Medio Oriente (por citar dos espacios) sirva a nuestro desarrollo. Para empezar, diremos que “Beso de Lluvia” ha sido fecundado por este sentimiento y estos ideales.

Anteriormente, hubo varios esfuerzos individuales de parte de estudiosos de la literatura regional, que publicaron estudios sobre el tema, siendo los más conocidos: Moisés Yuychud (Ensayos literarios -1913), Alfredo Macedo Arguedas (Antología de las letras puneñas – 1949), José Portugal Catacora (El cuento puneño – 1955), Manuel Suárez Miraval (Poesía indigenista – 1959), Juan Luis Cáceres Monroy (Tres representantes de la poesía indigenista – 1974), Samuel Frisancho Pineda (Antología de la poesía puneña y Antología del cuento puneño – 1978, 1980), José Luis Ayala (“II Festival del Libro Puneño” que incluye Antología de la poesía y Antología de la narrativa puneña – 1987), Omar Aramayo (Antología de poesía puneña – 1999), Feliciano Padilla (Antología comentada de la literatura puneña – 2005), Percy Zaga Bustinza (Literatura puneña – 2008), Wálter Bedregal (Aquí no falta nadie – 2008). Sin embargo, hay que reconocerlo, al margen de la calidad que pudieran ofrecer algunos de los anteriores estudios, esta es una edición de lujo donde se ha invertido probablemente 30 ó 40 veces lo invertido en las publicaciones de literatura regional citadas líneas arriba.

Los libros, tal como estaban destinados en el proyecto, han sido distribuidos de forma gratuita a todas las instituciones educativas de la Región, para uso exclusivo de profesores y alumnos. Lamentablemente es poco conocido en los centros académicos y entre los lectores de las ciudades de Juliaca y Puno. Los medios de comunicación, llámense radio, televisión o periódicos, no los han publicitado por no haber accedido a ellos. Tampoco tenemos seguridad de que las Universidades donde hay Escuelas Profesionales de Literatura como son San Marcos, La Católica de Lima, Villarreal y San Agustín, los tengan. Hubiera sido de desear que la distribución, que no depende del autor de la selección, sino, de las instituciones auspiciadoras, hubiese tenido un criterio más abierto, a fin de que esta obra sea conocida en el país.

“Beso de Lluvia” se presenta en dos tomos. El tomo I comprende mitos, leyendas y relatos pertenecientes a la literatura oral y; termina con la exposición de relatos, cuentos y novelas de la literatura puneña escrita en español. La literatura oral nos exige algunas reflexiones en tanto y en cuanto está vinculada íntimamente a las raíces de nuestra cultura. Ella refleja, en gran parte (tenemos también lo que nos trajo Occidente), nuestro modo de concebir, pensar y ser. En algún trabajo afirmé que los mitos, las leyendas y los relatos orales representaban una racionalidad, vale decir, una forma de concebir y representar el mundo, tan familiares con nuestros niños aymaras y quechuas de las comunidades. Es más, si se tiene en cuenta su función social, se comprobará sin mucho esfuerzo, que estos discursos e imaginarios forman a los niños altiplánicos en los valores reverenciados por dichas comunidades, tan distintos de los que corresponden a otra culturas, particularmente, a la cultura occidental convertida, desde la colonia, en la esencia de la educación básica y superior peruanas. Cualquier texto refleja las dimensiones teleológica (fines) y axiológica (valores) de la cultura que lo produce. Si los educandos de las comunidades amazónicas y andinas hubiesen sido “medidos” en lectura con textos de sus propias culturas, con seguridad, las calificaciones más bajas de comprensión lectora no se habrían concentrado en estas zonas. No debemos olvidar que, a esas edades tempranas, los alumnos están más dispuestos a querer y comprender todo aquello que concierne a su vida y a su contexto.

No tengo dudas de que el libro servirá mucho en la educación de nuestros niños. Como dice Marina Figueroa Díaz en la presentación de estos volúmenes: “Los maestros podrán utilizar las obras presentadas en el presente libro para el desarrollo de sus actividades de aprendizaje. Así, por ejemplo, los mitos para explicar la historia de los pueblos andinos, es decir, los hechos sociales, políticos y religiosos que se han dado en espacios tiempo históricos específicos...” . Y no solo eso, la literatura oral expresa también nuestra forma de reflexionar sobre el mundo, sobre el ser y el conocimiento. Y eso es filosofía o runasofía, o haqhisofía (si lo desean), que los de “afuera” llaman cosmovisión andina. De modo que, estos textos más que los que pertenecen a la novela o a los cuentos escritos en español, nos remiten a nuestra raíz y están en concordancia con el Nuevo Proyecto Curricular de la Región Puno que aboga por una educación intercultural y la descolonización mental o ideológica.

La segunda parte de este volumen que contiene cuentos y novelas escritos por puneños desde los primeros años de la República hasta nuestros días es una buena selección y, con seguridad, ayudará a fortalecer la autoestima de los niños y a consolidar su identidad. Esta selección presenta a los clásicos, es decir a aquellos que no pueden faltar en una muestra que se precie de rigurosa; pero, también nos muestra textos desconocidos de autores puneños que los anteriores trabajos obviaron sea por algún criterio de calidad o por desconocimiento. Cualquiera fuere el caso, el libro nos permite completar la información que se tenía de literatura regional. Se encuentran seleccionados los textos de Emilio Romero Padilla, Mateo Jayka, Román Saavedra, Vicente Achara Vargas, Luis Gallegos Arriola, Omar Aramayo y otros, cerrando con los narradores jóvenes Christian Reynoso y Javier Núñez, cuyos textos son el resultado de todo un proceso de construcción de la narrativa puneña.

El volumen II contiene poesía, teatro y ensayo, de lo mejor que se ha producido en Puno. La primera parte, como era de esperarse, presenta cantos aymaras y quechuas (poesía) tomados de las versiones de Yamqui Santa Cruz Pachacuti y Huamán Poma de Ayala, aparte de versiones de poetas del siglo XX. Luego, el libro hace un recorrido ameno por el camino luminoso de la poesía escrita en español que, en calidad e intensidad, es de los mejores que hay a nivel nacional e internacional. Naturalmente, están los miembros del Grupo Orqopata (Arturo y Alejandro Peralta, Luis de Rodrigo, etcétera), Dante Nava, Carlos Oquendo de Amat, los poetas insulares o no agrupados (Jóspani, Jorge Flórez Áybar, Vladimir Herrera y otros), los miembros del Grupo Carlos Oquendo de Amat (José Luis Ayala, Omar Aramayo, Gloria Mendoza, Serapio Salinas, Percy Zaga), los poetas de la generación del setenta (Alfredo Herrera, Boris Espezúa y Lolo Palza) y; los poetas de las generaciones actuales que vienen desde Simón Rodríguez y cierran con Filonilo Catalina (Luis Rodríguez Castillo) y Glinio Cruz. En teatro es poco lo que se ofrece y en ensayo cabe destacar los trabajos de Wálter Paz Quispe, con “El discurso transgresor y erótico en la fiesta de Puno”; Dorian Espezúa Salmón, “EE o demasiado ser el otro” y; Bladimir Centeno Herrera, “La búsqueda de una expresión poética andina”.

No puede finalizar este comentario si no resalta la calidad del trabajo en cuanto a selección, la propiedad de los textos, el diseño y la presentación física a todo color del libro. Subrayamos una vez más el trabajo mancomunado de la señora Marina Figueroa Díaz, representante del Proyecto Kawsay de CARE Perú y de José Luis Velásquez Garambel, profesor contratado de la UNA, que hicieron posible la publicación de esta gran obra. Seleccionar es siempre una responsabilidad que todo investigador carga sobre sí. Desde mi perspectiva me parece que ha primado un criterio crítico, sistémico-racional y cronológico. Algunos escritores que presumen de críticos habrían deseado que el autor maneje un discurso de “alto nivel” en la redacción de las notas explicativas y de la introducción, ya que una orientación didáctica, dizque rebaja la calidad de una apreciación literaria. Todo depende del destinatario. Si escribimos para dos críticos, cuya calidad todavía está en duda, usemos discursos de “alto nivel”, de naturaleza ambigua, oscura y, hasta cierto punto, esotérica; pero, si escribimos para maestros y alumnos y para lectores de carne y hueso como yo, no hay nada mejor que usar un discurso simple, claro y coherente. Es probable que las preferencias del autor divida la opinión de las personas; entre tanto, estos libros vienen siendo utilizados en las Instituciones Educativas de la Región. Eso es lo que vale. Quizá, más tarde, podría complementarse esta información con mesas redondas o seminarios para profesores, donde se hagan análisis hermenéuticos de los distintos textos presentados en la obra.